🚨 Ana Rosa DESMONTA la estabilidad de Sánchez: ¡142 derrotas parlamentarias y socios en rebelión!

Ana Rosa Quintana abrió su programa con una crítica que se sintió como un auténtico misil político dirigido directamente a la Moncloa.

En un tono cargado de ironía, comenzó preguntándose cómo se ve Pedro Sánchez cuando se mira al espejo.

Pero no fue una reflexión superficial, sino una metáfora punzante: dijo que el presidente empieza a parecerse peligrosamente a Mariano Rajoy.

No en su físico, sino en su aislamiento, en su desconexión con el Congreso y en su forma de gobernar como si nada pasara a su alrededor.

Y es que el próximo 1 de junio se cumplen siete años desde que Sánchez llegó al poder mediante una moción de censura.

Siete años que comenzaron con promesas de regeneración, diálogo y fortaleza parlamentaria.

Pero, según Ana Rosa, hoy el escenario es completamente otro.

Con más de 140 derrotas en el Congreso en apenas 18 meses y una coalición donde Sumar le vota en contra una de cada cinco veces, Sánchez parece más debilitado que nunca.

La joya de la corona, según apuntó la periodista, es la dependencia absoluta del expresident fugado Carles Puigdemont.

Sí, ese mismo líder catalán que huyó tras el 1-O es ahora el verdadero árbitro de lo que se aprueba o no en España.

La cifra que repitió Ana Rosa fue demoledora: en 244 ocasiones, Junts ha sido clave para que salieran adelante votaciones del PSOE.

¿Cómo puede presumirse de estabilidad parlamentaria si todo pasa por el visto bueno de Puigdemont? ¿Y cómo puede un presidente mirar con altivez al Congreso cuando su propio grupo es incapaz de controlar a

sus socios? Fue aquí cuando la periodista recordó una frase que Sánchez le espetó a Rajoy hace siete años: “Vive en una estabilidad de cartón piedra”.

El eco de aquellas palabras hoy golpea al propio Sánchez con fuerza.

Pero no se quedó ahí.

Ana Rosa también denunció las cloacas del poder, ese lugar turbio donde, según El Confidencial y según lo adelantado por su propio programa, se estaría fraguando una campaña desde las entrañas del PSOE para

inventar una “UCO patriótica”.

¿El objetivo? Difamar adversarios y controlar el relato.

Una denuncia que, de confirmarse, añadiría otro escándalo a un gobierno que ya nada tranquilo entre polémicas, ceses y contradicciones internas.

Y mientras todo esto sucede, el argumentario oficial de Moncloa se repite como si se tratara de un guión mal ensayado.

Ana Rosa lo ridiculizó con dureza, señalando que ni siquiera se molestan en usar sinónimos para cambiar el discurso.

El mismo lenguaje, las mismas frases, la misma retórica vacía.

Todo para intentar tapar una evidencia incómoda: que Sánchez gobierna sin mayoría real, con apoyos que se desmoronan y con una opinión pública cada vez más cansada de giros y pactos que contradicen lo

prometido en campaña.

Además, la periodista no olvidó otro punto clave: la crisis de identidad del Partido Popular.

¿Qué hacer con Vox? ¿Integrarse o marcar distancia? En su análisis, el PP tiene en el próximo congreso de julio la oportunidad de reconstruirse tras la deconstrucción que supuso la moción de censura de 2018.

Una oportunidad para definirse con claridad, para dejar atrás el retrovisor y mirar al futuro.

El dilema no es menor, pero el contexto político actual exige respuestas firmes y estrategias bien trazadas.

Y mientras todo esto ocurre en Madrid, en Canarias comparece José Luis Ábalos, uno de los nombres más controvertidos del pasado reciente del PSOE, para responder por la compra de material sanitario durante

la pandemia.

Otra sombra más sobre un partido que dice tener la autoridad moral, pero que acumula casos, sospechas y críticas desde todos los flancos.

En resumen, la intervención de Ana Rosa no fue una simple opinión matutina.

Fue una declaración de guerra mediática contra la narrativa oficial de Sánchez.

Una denuncia directa contra la pérdida de legitimidad de un gobierno que, según ella, ya no representa a la mayoría, que ha perdido la confianza de sus socios y que camina sostenido por pactos con prófugos de la

justicia.

Su crítica dejó claro que, aunque Sánchez aún conserve el poder, su reflejo en el espejo comienza a devolverle una imagen que ni él mismo reconoce.

Y en política, cuando la imagen se rompe, el poder no tarda en tambalearse.