Cuando Bertín se quitó la careta 🎭💰: el día que Villarroya destrozó el mito del ‘patriota’ de sofá

Bertín Osborne, contra Podemos por criticar las donaciones de Amancio Ortega:  "Son unos mamarrachos"

Bertín Osborne, figura mediática convertida en caricatura patriótica, no tuvo reparo en expresar su idolatría por Amancio Ortega.

En un corte recuperado de El Hormiguero, Osborne lanza frases como cuchillos sin filo: “Ya quisiéramos tener diez Amancios en España”, “Algún mamarracho va a criticarle, ¡venga, no me jodas!”, y termina con

una especie de arenga populista que pone a Ortega como salvador del país solo por donar 300 millones de euros al sistema sanitario.

Pero fue justamente ese discurso, repetido hasta el hartazgo por tertulianos y medios afines, el que desató la furia (y la precisión quirúrgica) de Villarroya.

La respuesta fue directa y sin piedad: “¿Amancio Ortega es un ejemplo de qué? ¿De qué es ejemplo un hombre que se enriqueció explotando a costureras gallegas, para luego deslocalizar su producción y exprimir

hasta la última gota de vida de trabajadoras en Bangladesh, India, Marruecos o Vietnam?”.

Villarroya no solo arremetió, documentó.

Mostró cómo el imperio de Inditex no es más que la punta del iceberg de un modelo basado en la precariedad, la miseria y la deshumanización.

“Mientras Ortega acumula más de 70.000 millones de euros, las personas que cosen sus pantalones ganan menos de 3 euros al día.

Eso no es emprendimiento.

Es esclavitud moderna.”

Y por si la explotación laboral no fuera suficiente, recordó una de las mayores tragedias del textil: el colapso del edificio Rana Plaza en 2013, donde murieron más de 1.

100 personas.

Bertín Osborne en 'El Hormiguero 3.0': del fiestón en su casa a la defensa  de Amancio Ortega

Aunque Inditex no figuraba oficialmente como una de las marcas implicadas, sí estaba insertada en ese mismo sistema de subcontratación opaca que permite a grandes empresas lavarse las manos ante el

sufrimiento humano.

“¿Esto es un ejemplo?”, preguntaba Villarroya, mientras la audiencia se removía incómoda.

Pero el ataque no se detuvo ahí.

También desnudó las prácticas fiscales de Ortega.

“¿De verdad crees que donar millones te convierte en héroe si antes has evitado pagar cientos más usando ingeniería fiscal?”, lanzó.

La filantropía, lejos de ser altruismo, es —según Villarroya— una operación de lavado de imagen.

Y las cifras lo respaldan: esas donaciones le desgravan en Hacienda, reducen su carga fiscal y sirven como escudo para ocultar el resto de sus prácticas empresariales.

“Ya está bien del cuento de las donaciones.

Que pague impuestos, como todos”, sentenció.

Bertín, por su parte, no solo defendía al magnate gallego con una vehemencia que rozaba lo grotesco, sino que utilizó como arma el cáncer de mama, insinuando que quienes critican a Ortega desearían que los

demás no accedieran a los tratamientos financiados con esas donaciones.

Una manipulación emocional que Villarroya desmontó con una frase demoledora: “Ese chantaje emocional con el sufrimiento ajeno es repugnante.

No justifica la explotación ni la evasión fiscal.

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”Y entonces llegó el turno del propio Bertín.

Villarroya abrió el expediente de “patriotismo fiscal” del cantante: condenado en 2003 por alzamiento de bienes, actualmente figura en la lista de morosos con Hacienda con una deuda de 865.000 euros, y durante

años ha facturado desde Luxemburgo y Panamá.

Un discurso de patria que no se paga ni con IVA.

Pero si lo fiscal ya era escandaloso, lo personal rozaba lo indignante.

En 2024, Bertín fue padre por séptima vez con una mujer 37 años menor.

¿Su reacción? “Si se confirma que es mío, yo ayudaré, pero no quiero ejercer.

” Palabras suyas.

Un hombre que dice no cambiar pañales “a estas alturas de su vida” pero sí está dispuesto a seguir opinando sobre política, economía y familia en horario de máxima audiencia.

Y ahí está la clave.

Bertín Osborne no es solo un personaje televisivo.

Es el altavoz de un modelo de pensamiento que idolatra al rico por el simple hecho de serlo, que asume que la riqueza justifica todo, incluso la miseria ajena.

Es la versión edulcorada del discurso neoliberal más cruel: el que te dice que si estás en la pobreza es porque no te lo has currado lo suficiente.

Amancio Ortega cobra este miércoles 859 millones de euros en dividendos

Y si alguien como Ortega dona, entonces automáticamente se le absuelve de todo pecado, como si una donación pudiera comprar la dignidad de miles de personas que cosen ropa en jornadas interminables bajo

techos que se derrumban.

Villarroya cerró con una verdad que cuesta digerir: “Esto no es una opinión.

Son datos.

Datos que nadie quiere escuchar porque incomodan, porque desmontan el mito del millonario bueno.

Pero mientras haya gente como Bertín repitiendo su discurso en televisión, el relato oficial seguirá siendo ese: que la filantropía lo limpia todo, que pagar impuestos es de tontos, y que criticar al rico es de

mamarrachos.”

Y en un país donde el entretenimiento se confunde con la verdad y donde el poder mediático elige a sus héroes y villanos según intereses invisibles, discursos como el de Villarroya son necesarios, incómodos y

profundamente reveladores.

Porque no todo lo que brilla es oro, y no todo el que dona es un santo.

Detrás de cada gesto altruista puede esconderse una maquinaria brutal de explotación, opresión y evasión.

Solo hay que atreverse a mirar de cerca.

Aunque eso suponga desmontar mitos…y romper ídolos.