😳 “‘No Hay Machismo’, ‘Nos Censuran’...¡Hasta Que Botto Habló! El Día Que El Hormiguero Se Quedó Mudo”🎭💥

Juan Diego Botto carga contra «El Hormiguero»: «Que en un programa de  máxima audiencia digan una y otra vez que están silenciados es irónico»

El plató de El Hormiguero, ese espacio colorido, aparentemente inocente y familiar, se transformó durante unos segundos en una trinchera invisible.

Juan Diego Botto, actor, escritor y activista, disparó con precisión quirúrgica: “Resulta irónico que en el programa más visto de la televisión española se diga, una y otra vez, que las voces conservadoras están

siendo silenciadas.

” La frase no dejó espacio para el rebote.

No era una opinión: era un espejo.

Un espejo que reflejaba de forma brutal la paradoja de Pablo Motos, quien, con una audiencia de casi cinco millones de personas, se atreve a hablar de censura.

Durante años, El Hormiguero ha sido un escaparate para lo que Botto describió con elegancia: aristócratas sin libros, tertulianos de sofá, actores con guion político y empresarios disfrazados de humoristas.

El programa que empezó como entretenimiento ligero se ha convertido en un espacio donde el marco ideológico se impone sin disfraz, y donde las críticas al gobierno de Pedro Sánchez se repiten en bucle,

envueltas en chistes, quejas y la retórica del “no nos dejan hablar”.

Juan Diego Botto cuenta lo que le pasó al ir con su madre al médico:  ejemplifica el mundo en que vivimos

Pero, ¿quién tiene más libertad que alguien con un canal diario en prime time? ¿Quién puede quejarse de censura mientras su discurso se amplifica por toda España?

Botto no se quedó en la superficie.

Comparó esa “opresión mediática” con la realidad: autores de izquierdas que deben acudir a la Feria del Libro escoltados por guardaespaldas, después de recibir amenazas de grupos de extrema derecha.

La imagen es impactante: mientras Pablo Motos llora por su libertad en televisión, hay escritores que necesitan protección policial para firmar un libro.

La comparación no solo desmonta el relato de víctima del presentador, sino que expone con crudeza quiénes están realmente silenciados en este país.

Pero la raíz del problema va mucho más allá de una frase en televisión.

Pablo Motos no es un caso aislado.

Es la punta del iceberg de un ecosistema mediático donde nombres como Ana Rosa Quintana, Susanna Griso, Vicente Vallés o Risto Mejide forman parte de una estructura profundamente conservadora, donde la

derecha no solo tiene voz, sino que decide los temas de los que se habla cada día.

Y eso, en términos culturales, es poder absoluto.

Preguntan a Juan Diego Botto sobre si hablar de política le podría afectar  y acaban mencionando a Almodovar

Por eso causó tanto revuelo la posibilidad de que Broncano —otro humorista, pero con una mirada crítica, irónica y de izquierdas— accediera a un espacio de prime time.

Porque romper esa hegemonía, aunque sea por unos minutos, genera pánico entre quienes llevan décadas instalados en la impunidad editorial.

La crítica se convirtió en ataque.

Las redes se incendiaron.

Y los mismos que hablan de “libertad de expresión” comenzaron a perseguir cuentas, reportar vídeos, silenciar contenido.

Todo aquello que tanto critican…lo aplicaron con ferocidad.

Pablo Motos se ha acostumbrado a vivir en un ecosistema de privilegio donde se puede decir cualquier barbaridad machista o racista sin consecuencias.

Y cuando alguien se atreve a señalarlo, se le acusa de censura.

Pero como dijo Botto, la libertad de expresión no consiste en gritar sin consecuencias.

Consiste en poder hablar sin miedo.

No lo nombra pero este minuto y medio de Juan Diego Botto sobre 'El  Hormiguero' no deja de verse

Y hoy, en España, quien más miedo tiene no es quien aparece en la televisión cada noche, sino quien se atreve a denunciar lo que esa televisión representa.

Porque los datos son claros: no hay humoristas de derechas recibiendo amenazas por su trabajo.

No hay columnistas conservadores que necesiten escoltas para publicar un artículo.

No hay tertulianos de Vox perseguidos por manifestarse.

Lo que sí hay es un patrón constante de linchamiento mediático hacia todo aquel que cuestione el status quo, especialmente si proviene del feminismo, del activismo social o de la izquierda política.

La televisión, como herramienta de influencia cultural, debería abrir espacio al debate.

Pero lo que hace El Hormiguero es disfrazar su ideología con entretenimiento.

Cada comentario aparentemente inocente, cada broma mal camuflada, cada “entrevista amable” a un aristócrata o a un político de derechas, moldea una visión de país profundamente sesgada.

Y el público, sin saberlo, la asimila como neutral.

El verdadero problema, como explicó Juan Diego Botto, es que mientras las opciones progresistas siguen sumidas en debates internos y discursos tibios, la derecha avanza con un mensaje claro y una estructura

mediática sólida.

Nos visita Juan Diego Botto que nos presenta "Una noche sin luna" │ ¿QPUDM?  │ 13-06-23 - YouTube

Pablo Motos no es solo un presentador.

Es una pieza fundamental de ese engranaje.

Y su falso discurso de censura no es más que una estrategia para victimizarse y reforzar su narrativa frente a una sociedad que empieza a despertarse.

Porque sí, la sociedad está cambiando.

Y a personajes como Motos, ese cambio les incomoda.

La crítica ya no se calla.

Las redes no perdonan.

Y lo que antes se podía decir sin consecuencias, hoy puede tener un precio.

Ese es el verdadero miedo que se esconde detrás de su discurso: el miedo a perder el control.

El miedo a que, por fin, alguien como Juan Diego Botto se siente frente a él y le diga, sin gritar, pero con verdad: “usted no está siendo censurado, usted está siendo cuestionado”.

Y eso, Pablo, también es democracia.