🧨“‘¡Este No Es Tu Programa!’: El Estallido de Risto al Escuchar la Verdad Sobre Ana Rosa Quintana”📺💣

Ana Rosa Quintana y Risto Mejide, letales contra Irene Montero: "¿Quién es esta señora? (...) Yo no he heredado nada. Otros han heredado y no cuentan qué" | Televisión

La escena es tan reveladora como grotesca.

Irene Montero, exministra de Igualdad, toma la palabra con serenidad y firmeza.

No ataca, no insulta, expone datos públicos y hechos verificables: Ana Rosa Quintana posee 44 pisos turísticos, ha promovido discursos de odio y ha blanqueado públicamente a Desokupa, una organización con

miembros con antecedentes por delitos graves e incluso tatuajes neonazis.

La acusación no es personal, es política.

Pero bastó esa mención para que Risto Mejide —el defensor de las “opiniones libres”— reaccionara como un resorte: “¡Este programa no es para que vengas a hacer tu mitin!”, gritó mientras la cámara captaba su

rostro descompuesto.

El estallido no fue espontáneo.

Fue una respuesta automática del sistema, de ese bloque mediático que permite opinar de todo…

menos de ellos mismos.

Ana Rosa ataca a Irene Montero tras sus declaraciones con Risto Mejide en 'Todo es mentira': “¿Esta señora quién es?” - AS.com

Porque, como dejó claro Irene Montero entre los cortes y las interrupciones, el problema no es solo Ana Rosa, es el entramado mediático que protege a los poderosos y castiga al que se atreve a romper el guion.

“Me parece peligroso para la democracia que haya personas con negocios inmobiliarios de las que no se puede hablar”, dijo Montero antes de que Risto volviera a cortarla con un tono condescendiente, casi

paternalista: “Te vas a otro sitio y haces tu mitin donde te dé la gana”.

La hipocresía fue monumental.

Risto, que todos los días habla de Pedro Sánchez, Ayuso, Puigdemont y hasta del panadero del barrio sin que ninguno esté presente, de pronto exige que no se hable de Ana Rosa porque “no está en plató para

defenderse”.

¿Desde cuándo ese es un criterio para opinar en televisión? ¿Desde cuándo un periodista necesita permiso para señalar la especulación con viviendas mientras miles son desahuciados cada día?

Pero Irene no se achicó.

Le recordó que Desokupa no es una empresa cualquiera, sino un grupo con miembros condenados por extorsión, detención ilegal, amenazas y agresiones.

Ana Rosa Quintana, rotunda tras las acusaciones de Irene Montero: «¿Quién es esta señora para decir lo que le da la gana?»

Le recordó que esos grupos están protegidos por programas de televisión en horario de máxima audiencia, que los presentan como justicieros urbanos mientras actúan con total impunidad.

Le recordó que ese silencio mediático no es neutralidad, es complicidad.

Y Risto, lejos de rebatir con argumentos, se parapetó tras su rol de presentador, dando por zanjado el debate y dejando claro que hay líneas que no se pueden cruzar.

Lo más sangrante fue la diferencia de trato.

A Irene Montero se la interrumpe, se le exige moderación, se le acusa de convertir el plató en un mitin.

Pero cuando Ana Rosa lanza bulos sobre ocupas, cuando invita a personajes turbios sin contexto ni contraparte, todo vale.

Cuando Eduardo Inda aparece en pantalla a intoxicar con noticias falsas, nadie le corta el micrófono.

Y si alguien lo intenta, como hizo Montero, entonces el presentador se convierte en juez, parte y verdugo.

Y por si quedaban dudas, Risto lo dejó aún más claro cuando dijo: “Este programa no es tuyo.

No vas a venir aquí a usarlo para atacar a una compañera de esta casa.

Irene Montero vuelve a la carga contra Ana Rosa Quintana y la acusa de "especular con

” No dijo “para lanzar mentiras”, ni “para calumniar”, ni “para difamar”.

Dijo “para atacar”.

Lo cual implica que la verdad, aunque sea incómoda, no es bienvenida si apunta hacia dentro.

El mensaje fue claro: puedes hablar de cualquier cosa, menos del poder que te da el micrófono.

Lo que Irene denunció no es menor.

Es la esencia misma del problema.

Mientras medios como Telecinco o La Sexta se presentan como plurales, sus estructuras están atravesadas por intereses empresariales, por directivos que viven de los alquileres y producen contenidos que

blanquean la especulación.

Y Risto Mejide, lejos de romper ese sistema, lo protege con uñas y dientes.

Tal vez por contrato.

Tal vez por miedo.

Ana Rosa acusa a Irene Montero de mentir ante una delegación del Parlamento Europeo

O tal vez porque, como tantos otros, forma parte del engranaje que maquilla la miseria con luz de plató.

Y no es una teoría conspirativa.

El propio Wyoming, en una entrevista reciente, confesó que tiene cláusulas contractuales que le impiden hablar de compañeros o de su propia cadena.

¿Periodismo libre? No, propaganda bien embalada.

Y mientras tanto, la ciudadanía, que sufre cada día la asfixia del alquiler y la violencia del desahucio, ve cómo los que deberían hablar por ellos son silenciados en directo.

Así que cuando escuches a Risto decir que defiende la libertad de expresión, recuerda este momento.

Recuerda que esa libertad termina donde empiezan los intereses de sus jefes.

Que se puede hablar de lo que quieras…siempre y cuando no toques a Ana Rosa.

Ni a Ferreras.

Ni a los fondos que llenan sus anuncios.

Porque ese es el verdadero límite.

Y lo que hizo Irene Montero fue romper ese límite.

Y por eso la mandaron callar.

Porque en este país, a veces, decir la verdad en televisión es el mayor de los delitos.