⚠️ España financia armas que matan a niños en Gaza y los medios callan: Montero y Silvia I. lo dicen CLARO

Silvia Intxaurrondo lo dijo alto y claro: “¿Cómo justifica usted la pasividad del Parlamento Europeo ante un genocidio?”.

Así, sin eufemismos, sin rodeos, sin disfrazar la masacre con palabras tibias.

Y lo más impactante no fue solo su valentía periodística, sino la reacción inmediata de Irene Montero, que la elogió por llamar al horror por su nombre: genocidio.

Porque eso es lo que está pasando en Gaza.

Una masacre retransmitida en directo.

Una limpieza étnica que acumula ya más de 60.

000 muertos, de los cuales 20.

000 son niños.

Y la mayoría de medios de comunicación, callados como tumbas.

Irene Montero no se detuvo ahí.

Llamó “estado terrorista y sionista” a Israel.

Acusó al gobierno español de complicidad activa por permitir que los puertos y aeropuertos sigan siendo rutas de paso para armamento que terminará matando a civiles inocentes.

Y denunció que este genocidio no sería posible sin el apoyo económico y militar de Europa.

Dijo lo que nadie más se atreve a decir en la televisión pública.

Y mientras tanto, ¿qué hacía el PSOE? Pedir que no se use la palabra “genocidio”, que se hable de “conflicto”.

Conflicto, le llaman.

Como si se tratara de una pelea entre iguales.

Como si no fuera una masacre unilateral con niños mutilados, panaderías bombardeadas y hospitales arrasados.

Pero si eso no bastara para revolver el estómago, aparece Wall Street Wolverine, el youtuber ultra que hace apología del egoísmo, del racismo y del odio con total impunidad.

Primero llamó a los pensionistas “el mayor lastre de España”.

Ahora, lanza una barbaridad aún más grotesca: dice que traer a 13 niños palestinos con cáncer a recibir tratamiento en hospitales públicos es “una muestra de que en España hay dinero para todos menos para los españoles”.

Lo dice alguien que tributa en Andorra, que no paga impuestos aquí, que abandona el país para no contribuir y luego se atreve a pontificar sobre el gasto público.

¿Cómo se puede ser tan miserable? ¿Cómo puede alguien mirar a un niño bombardeado, con cáncer, huérfano, y decir que es un problema?

Lo más aterrador no es que él lo diga.

Lo peor es que muchos jóvenes lo escuchan y lo aplauden.

Porque ese es el nuevo modelo: egoísta, ultracapitalista, deshumanizado.

Y no se queda ahí.

También justifica medidas de esclavitud moderna como las propuestas de Elon Musk: trabajar 120 horas semanales sin cobrar.

Sí, el hombre más rico del mundo, promoviendo el trabajo gratuito.

Un modelo económico salvaje que está siendo normalizado por medios y gurús de la derecha.

Y por si fuera poco, se atreven a justificar el genocidio en Gaza comparándolo con la Guerra Civil española, como si Ucrania fuera la República.

Como si Estados Unidos no hubiera empujado todo esto con su expansión de la OTAN.

Como si no hubieran boicoteado en 2022 un acuerdo de paz que habría podido evitar miles de muertes.

Ahora, después de tres años de rearme, de enviar armas, de alimentar la guerra, Ucrania se está repartiendo como un pastel entre Rusia y Estados Unidos, y Europa no pinta absolutamente nada.

Mientras tanto, el discurso de paz, el que defendía Podemos desde el principio, fue ridiculizado, silenciado y expulsado del gobierno.

Irene Montero lo dice sin tapujos: “Nos echaron por defender la paz y las leyes feministas”.

Y lo más irónico es que tenían razón.

Que ese camino, el de la diplomacia, era el único posible.

Pero lo que se impuso fue la escalada bélica, el seguidismo atlantista, el servilismo a Washington.

¿Y qué nos queda? Pues un modelo mediático donde se premia a los Wall Street Wolverine, donde se despide a periodistas como Jesús Cintora, donde se silencian voces como la de Silvia Intxaurrondo, y donde se ridiculiza a quienes defienden la vida y la justicia.

Un modelo donde la vivienda no sube si la mides en oro, donde se normaliza el hambre, la guerra y la desigualdad como si fueran inevitables.

Por eso este vídeo no es solo una recopilación.

Es una denuncia.

Es un espejo que muestra la podredumbre del sistema.

Y lo más duro es que esta decadencia no se detiene.

La ultraderecha crece, los fascistas se organizan, los medios los blanquean y los políticos los imitan.

Ante eso, solo queda resistir, alzar la voz, organizarse y apoyar a quienes siguen diciendo verdades como puños.

Porque si no lo hacemos, el futuro será un infierno gobernado por cobardes de Andorra y sociópatas con cohetes.