🔥Feijóo HACE EL RIDÍCULO ante Ayuso y Aznar: ¿Fracaso anunciado en la Plaza de España?

Todo estaba preparado para una gran demostración de fuerza.

Alberto Núñez Feijóo, acompañado por las principales figuras del Partido Popular —Aznar, Rajoy, Ayuso, Almeida—, había convocado una manifestación bajo el lema “Mafia o democracia”, una consigna cargada

de tensión, diseñada para sacudir al gobierno de Pedro Sánchez y movilizar a la base conservadora.

Sin embargo, el resultado fue todo lo contrario: una puesta en escena tibia, plagada de contradicciones, que terminó mostrando más debilidad que autoridad.

Desde el primer minuto, el acto dejó una sensación de déjà vu político: banderas del PP ondeando pese a que Feijóo pidió explícitamente que no se mostraran siglas partidistas.

“No estamos aquí para defender un partido, estamos aquí para defender nuestro país”, dijo.

Pero a sus espaldas, una gran bandera del PP le traicionaba visualmente, revelando el verdadero propósito de la convocatoria: salvar su liderazgo en horas bajas.

El ambiente en la Plaza de España, lejos de ser el hervidero que se anunciaba, estuvo marcado por un entusiasmo contenido.

Muchos manifestantes no coreaban a Feijóo, sino a Ayuso: “¡Tú sí que vales!”, le gritaban.

Y es que la presidenta madrileña, con su tono provocador y su habilidad para polarizar, ha conseguido convertirse en el verdadero faro de las bases del PP.

Mientras Ayuso agitaba fantasmas de dictaduras y comunismo, Feijóo intentaba mantenerse en un discurso institucional que no logró conectar con la multitud.

El resultado fue un contraste incómodo, casi patético.

Feijóo parecía perdido, como un político desplazado dentro de su propia casa.

El mismo público que aplaudía las frases incendiarias de Ayuso o de Aznar apenas reaccionaba a sus palabras.

La tensión era visible.

Y para colmo, los ataques de Vox y la ultraderecha no tardaron en llegar, acusándolo de incoherencia por compartir espacio con el PSOE en Bruselas mientras aquí se rasgaba las vestiduras hablando de “mafia”.

La gran paradoja es que Feijóo, quien llegó a la dirección del PP tras el derrumbe de Pablo Casado —precisamente por enfrentarse a Ayuso—, ahora está atrapado entre el fuego cruzado del ayusismo, el legado

contaminado de Aznar, y una militancia radicalizada que ya no se conforma con un perfil moderado.

La plaza no se llenó como esperaban, y el impacto político fue más bien una señal de alerta: su liderazgo no moviliza, no ilusiona, y no domina.

Como señala Jesús Cintora, esta manifestación ha puesto en evidencia una división interna que ya no se puede maquillar.

Ayuso se alza como figura independiente, arropada por Miguel Ángel Rodríguez y por el ala más dura del PP, mientras Feijóo se aferra a un estilo que no termina de encajar ni entre sus bases ni en los medios más

radicales.

Vox no le da tregua, y el PSOE sigue resistiendo con una mayoría parlamentaria que, nos guste o no, sigue siendo legítima.

Y es que mientras Feijóo denuncia una “mafia” sin aportar pruebas, la realidad le golpea con contradicciones: ¿cómo puede hablar de democracia en riesgo mientras pacta en Europa con los mismos que llama

mafiosos en España? ¿Cómo puede clamar contra la corrupción mientras comparte acto con nombres como Aznar o Cospedal, señalados por escándalos pasados?

La escena más simbólica fue la de Carlos Mazón, presidente de la Comunidad Valenciana, pidiendo la dimisión de Sánchez después de haberse ausentado durante una alerta roja por lluvias torrenciales en su

región.

Esa hipocresía no pasó desapercibida ni para los ciudadanos ni para los analistas.

Ni siquiera la intervención de activistas disfrazados de periodistas —como los definió Cintora— logró tapar la sensación de farsa.

A todo esto se sumó la presencia de figuras como Javier Milei, arropado por parte de la derecha española, en un espectáculo que rozó el delirio ideológico.

El economista ultraderechista argentino llegó para insultar a Pedro Sánchez y defender la privatización de todo lo que se le pusiera por delante, desde la sanidad hasta la educación.

Que el PP tolerase, cuando no aplaudiera, semejante show dice mucho del tipo de compañía que hoy frecuenta el conservadurismo español.

El momento Feijóo empieza a recordar demasiado a la etapa final de Casado: muchas expectativas, pocos resultados.

Ya no se trata solo de que no haya conseguido llegar a Moncloa.

Es que ni siquiera logra consolidarse como líder de la oposición.

Ayuso marca la agenda, Vox marca el tono, y Feijóo corre detrás, pedaleando para no caer de la bicicleta.

La conclusión es devastadora: la manifestación de “Mafia o democracia” ha servido para retratar, no al gobierno, sino al propio Partido Popular.

Un partido atrapado entre la nostalgia aznarista, el populismo ayusista y la presión de una ultraderecha que no duda en acusarlos de traición si no siguen su camino.

Feijóo, lejos de salir reforzado, ha quedado expuesto como un líder sin pulso, sin base sólida y sin relato propio.

Y mientras tanto, los problemas reales del país siguen ahí: inflación, vivienda, precariedad.

Pero en lugar de ofrecer soluciones, el PP se dedica a gritar consignas vacías en plazas a medio llenar.

¿De verdad esta es la alternativa de gobierno que pretenden vender? ¿O simplemente están dejando claro que lo único que les une es el odio a Pedro Sánchez?

Sea como sea, lo ocurrido en la Plaza de España ha dejado claro que Feijóo no manda ni en la calle, ni en su partido.

Y si no consigue revertir esa imagen pronto, su futuro político podría estar contado.

Porque en política, cuando uno no lidera… se lo comen.