🎙️ Gabilondo estalla contra VOX y su plan de expulsión masiva: “tenemos al fascismo respirándonos en la nuca” ⭐️

El plan de VOX ha dejado de ser una sombra y ha tomado forma con palabras escalofriantes: un “proceso de remigración” masiva de más de ocho millones de personas, incluidos los hijos de migrantes nacidos en

España.

Lo justifican con un argumento tan viejo como el odio: “preservar la identidad española”.

Lo dicen sin rubor, como si esa identidad fuese una propiedad privada de apellidos castizos y rostros pálidos.

Pero la realidad es mucho más siniestra: están repitiendo, punto por punto, los dogmas del franquismo.

Frente a esta barbarie, Iñaki Gabilondo no se mordió la lengua.

Su voz, cargada de experiencia y memoria, lanzó una de las sentencias más demoledoras que se han escuchado en años sobre la ultraderecha: “Esto que estamos viendo es el franquismo que intentamos quitarnos

de encima durante décadas”.

Y añadió: “Lo reconozco con enorme facilidad.

Es el mundo en el que viví hasta los 33 años.

Y ahora ha vuelto”.

Nadie pudo rebatirlo, porque lo que dice es tan evidente como el miedo que muchos no se atreven a nombrar.

Y es que VOX ya no esconde nada.

Ortega Smith, número dos del partido, ha declarado admiración abierta por José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, mientras comparte actos con miembros de la Fundación Francisco Franco.

Rocío De Meer, nieta de uno de los últimos gobernadores franquistas, representa con orgullo ese linaje ideológico.

¿Qué más pruebas hacen falta? ¿Cuántos homenajes al fascismo deben producirse para que se le llame por su nombre?

Pero no es solo historia o símbolos.

Es la realidad que se cuece en las instituciones.

VOX ya gobierna junto al PP en varias comunidades y ayuntamientos.

Su discurso aporofóbico, racista, antifeminista y negacionista ha penetrado en la agenda pública como una enfermedad silenciosa, normalizado por medios de comunicación que prefieren mirar hacia otro lado.

¿Dónde están las portadas denunciando estas barbaridades? ¿Dónde está la alarma mediática ante una propuesta que vulnera todos los principios democráticos? En ningún sitio.

Porque el negocio está en otro lado.

A través de un marco mediático que ha desplazado el centro político hacia la derecha extrema, se ha legitimado el odio como una opinión más.

Se ha repetido hasta la saciedad que el problema de España son los migrantes, no los fondos buitre que compran nuestros barrios.

Que el enemigo es el feminismo, no la desigualdad salarial ni los techos de cristal.

Que la amenaza son los okupas, no los más de 40.

000 desahucios que se producen cada año.

Y en este escenario manipulado, VOX florece como una planta venenosa que encuentra el clima perfecto para crecer.

Porque eso es lo que han conseguido: cambiar la conversación pública.

Mientras la clase trabajadora ve cómo se encarece la vivienda, se precariza el empleo y se derrumba la sanidad, los medios de Atresmedia y Mediaset les ofrecen a los migrantes como chivo expiatorio.

Nadie habla de los beneficios fiscales a los millonarios.

Nadie señala a Ana Rosa y sus 44 pisos turísticos.

Nadie cuestiona por qué Florentino Pérez es intocable.

Nadie recuerda que el PP es el partido más corrupto de la historia de España, con más ministros imputados que ningún otro gobierno europeo.

Pero sí se repiten, día tras día, mentiras sobre la “invasión migrante”.

Y no, no es casual.

Porque cuando se destruyó mediáticamente a Podemos, cuando se desactivó la izquierda más transformadora, cuando se debilitó al PSOE con escándalos verdaderos y fabricados, lo que se abrió fue el camino para

esto.

Para que VOX no solo exista, sino que tenga casi 50 escaños.

Para que hablen abiertamente de expulsiones masivas.

Para que el discurso franquista se vuelva mainstream y la gente aplauda mientras pierde derechos.

Mientras tanto, quienes denuncian esta deriva son expulsados de los platós o simplemente ignorados.

Los mismos medios que se escandalizan por una protesta estudiantil, callan ante la apología del franquismo en el Congreso.

Los mismos periodistas que gritan “libertad de expresión” cuando un millonario es criticado, se ofenden cuando se señala el racismo institucional.

La ecuación es clara: hay barra libre para el fascismo, censura para la resistencia.

Por eso el discurso de Gabilondo se ha vuelto viral.

Porque pone palabras a lo que millones de personas sienten en silencio.

Porque desnuda la verdad con una claridad que incomoda.

Porque recuerda que esto ya lo vivimos, y que lo que está en juego es demasiado importante como para seguir callando.

La democracia no se muere de un día para otro.

Se muere de indiferencia.

De normalizar lo inaceptable.

De mirar para otro lado mientras se señala a ocho millones de personas como prescindibles.

Como desechables.

Como “no españoles”.

Si esta es la España que queremos, adelante.

Pero no digáis que no lo visteis venir.

No digáis que nadie avisó.

Porque Iñaki Gabilondo lo dijo.

Y lo dijo alto y claro.