🎙️ Guerra en la televisión: Gonzalo Miró desenmascara a Susanna Griso y la prensa de derechas ⭐️
La chispa que encendió la mecha fue, una vez más, la derecha mediática filtrando mensajes privados de Pedro Sánchez y José Luis Ábalos con el objetivo de erosionar su imagen.
Pero esta vez, la jugada no les salió tan bien.
En los mensajes, lejos de encontrar corrupción o escándalos, se reveló un presidente preocupado, con un lenguaje culto y sin tapujos incluso hacia sus socios de gobierno.
Insultos indirectos a Pablo Iglesias, críticas a sus métodos de comunicación y un tono más ácido de lo que se esperaría de un jefe de Estado.
Sin embargo, nada que no dijera cualquier ciudadano en un grupo privado.
Para muchos, esa supuesta filtración fue la mejor campaña de imagen que Sánchez podía tener.
Tanto es así que algunos ya sospechan que fue él mismo quien soltó los mensajes.
Pero lo verdaderamente explosivo llegó en el plató de televisión cuando Gonzalo Miró, invitado habitual, no aguantó más y arremetió contra el discurso de Susanna Griso.
Ella insinuó, como tantas veces, que los medios están polarizados y que hay incluso más medios afines al gobierno que en contra.
Gonzalo no se contuvo: “¿Tú crees que hay más medios favorables a Pedro Sánchez que críticos? No hay partido.
Te lo digo con números, con audiencias, con datos.
No tengo la más mínima duda.
” Un momento de silencio incómodo se apoderó del plató, pero él continuó, firme, sin miedo a señalar lo evidente.
La confrontación escaló cuando Gonzalo se refirió al poder real detrás de las cámaras: los dueños de los medios.
“¿Quiénes son vuestros jefes, Susanna?”, preguntó con tono desafiante.
Y lanzó una lista que pocos se atreven siquiera a mencionar: BlackRock, Fidelity, JP Morgan, fondos de inversión extranjeros, bancos como Santander, Telefónica, HSBC, Amber Capital, la familia Berlusconi…
Todos con acciones en Mediaset, Atresmedia y el Grupo Prisa.
Todos con la capacidad de moldear el discurso público sin necesidad de decir una sola palabra.
Porque cuando contratas a alguien que ya piensa como tú, no necesitas darle órdenes.
Susanna Griso, visiblemente incómoda, intentó relativizar, defender la pluralidad y su independencia.
Pero la réplica fue demoledora.
“No es que tú sigas un discurso oficial, es que tú coincides con él.
Por eso estás ahí.
Porque sabes lo que no debes decir.
Y eso te convierte en funcional al sistema.
” No lo dijo con rabia, lo dijo con una tranquilidad que dolía más que cualquier grito.
La conversación derivó hacia el papel de los medios en la creación de marcos ideológicos.
Según Gonzalo y muchos otros analistas, la ventana de Overton en España —el rango de ideas aceptables en el debate público— está tan corrida hacia la derecha que incluso los medios que se consideran
progresistas (como la SER o TVE) rara vez cuestionan el orden económico actual.
Hablan de derechos sociales, sí, pero jamás tocan temas como la expropiación, la intervención pública real en sectores estratégicos, la limitación de la propiedad especulativa o la creación de infraestructuras
públicas para competir con el capital privado.
Y en medio de todo esto, el escándalo que nunca fue.
The Objective, un pseudomedio señalado ya por múltiples desinformaciones, publicó que Ábalos habría destrozado una suite del parador de Sigüenza y dejado restos de cocaína.
Todo, supuestamente, basado en el testimonio de un empleado.
Pero el parador desmintió la historia.
La Policía Nacional también.
No existía registro de la estancia.
No había pruebas, ni testigos, ni nada.
Sin embargo, ahí estaba en titulares.
Y mientras se demostraba la falsedad, ningún gran medio pidió perdón.
Ni una disculpa.
Nada.
Porque el objetivo no es informar: es intoxicar.
La batalla entre Gonzalo y Griso fue, en el fondo, un síntoma de algo más profundo.
No era solo una discusión sobre WhatsApps o un exministro.
Era una radiografía del poder, de cómo se manipula la realidad y se construyen enemigos para distraer a las masas.
Griso, como otros comunicadores con trono diario, juega un papel clave en ese ajedrez donde la reina es el capital y los peones son los espectadores.
Por eso cuando Gonzalo lanzó su desafío, lo hizo no solo a Susanna, sino a todo el sistema: “Hacemos la lista, los tuyos y los míos.
A ver quién gana.
” Porque en ese juego de medios, el marcador está desequilibrado desde hace décadas.
El 80% de la prensa responde a los intereses de la élite.
Y aun así, cuando se señalan esas verdades, llaman radical al que se atreve a abrir la boca.
La escena terminó, como siempre, con una sonrisa forzada, un cambio de tema y la música de cierre.
Pero lo que se dijo quedó resonando en la cabeza de muchos.
Porque cuando alguien se atreve a hablar de lo que no debe hablarse en televisión, el silencio posterior ya no vuelve a sonar igual.
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