🚨 Iker Jiménez bajo fuego: acusan a su programa de manipular y blanquear la ultraderecha en prime time

El programa de Iker Jiménez enloquece con el nuevo 8-M: "Broma macabra" y  "criminal"

El programa Horizonte de Iker Jiménez prometía dar voz a todas las partes en un debate sobre el doxing, pero lo que realmente ofreció fue un escenario sesgado, manipulador y peligrosamente

alineado con los intereses de la ultraderecha española.

La polémica no tardó en estallar cuando se expuso la forma en la que se manipuló un tuit de Román Cuesta —periodista independiente que lleva semanas siendo amenazado junto a su familia—

para hacerlo pasar como un incitador a la violencia.

Todo esto, mientras los verdaderos responsables de amenazas y campañas de acoso quedaban blanqueados como “víctimas de la izquierda”.

Lo más escandaloso fue cómo Carmen Porter, esposa y codirectora del programa, utilizó en pantalla una versión recortada y descontextualizada de un tuit de Román.

En ese mensaje, en realidad, el periodista respondía a un vídeo donde un guardaespaldas de Vox disparaba a imágenes de políticos de izquierda.

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Cuesta simplemente planteaba qué pasaría si se invirtieran los roles y la víctima simbólica fuera Santiago Abascal.

Pero en Horizonte, esa reflexión fue convertida —deliberadamente— en un ataque directo, ocultando el vídeo original y eliminando cualquier rastro de contexto.

Eso no es periodismo.

Es propaganda.

Por si fuera poco, el programa invitó a una mesa completamente desbalanceada: Infoblogger, Señor Liberal, Ana Iris Simón y Roberto Vaquero.

De los cuatro, tres mantienen posiciones abiertamente de derecha o ultraderecha, y el supuesto “representante de la izquierda” —Vaquero— ha expresado ideas que incluso superan por la derecha

a Vox en temas como inmigración o derechos LGTBI.

Ningún creador de contenido progresista, ningún periodista de izquierda, ni siquiera un portavoz con una posición crítica real fue invitado.

Así se construyó un espectáculo de falsa equidistancia.

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Ana Iris Simón fue la única que rompió con el guion previsto y puso en su sitio al Señor Liberal, desmantelando una a una sus contradicciones y exponiendo su historial de doxeos a activistas,

periodistas y usuarios anónimos.

El golpe fue tan contundente que Señor Liberal terminó despotricando en redes sociales contra Iker, el programa y hasta sus propios aliados, alegando haber sido “machacado” en directo.

Lo irónico es que ese mismo personaje, que se queja de que le han revelado la identidad, ha dedicado años a exponer a otros, incluyendo mujeres, menores y usuarios con posturas propalestinas,

etiquetándolos incluso ante la embajada de Israel.

En su cruzada, Señor Liberal ha pedido el voto para Vox, ha difundido bulos fabricados por servicios de propaganda israelí (como los famosos “muñecos palestinos”) y ha colaborado con cuentas

vinculadas al grupo neonazi Núcleo Nacional.

Él y otros como Capitán Bitcoin, Infoblogger o Willy Tolerdo forman parte de una red de “periodismo ciudadano” supuestamente independiente que, en realidad, actúa como una extensión digital

de la extrema derecha.

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Algunos de ellos han estado implicados incluso en la difusión de imágenes falsas de niños palestinos muertos, manipuladas para hacerlas pasar por actores o muñecos.

Román Cuesta, por su parte, ha explicado que su reacción vino tras recibir amenazas dirigidas a su hijo y su pareja.

En lugar de mirar para otro lado, comenzó a desenmascarar a los responsables.

Uno de ellos, Alrin Spain, resultó ser militante de Vox y, según su propio LinkedIn, trabajador del Ministerio de Defensa.

Todo esto lo llevó a enfrentarse públicamente a un entorno bien organizado, con acceso a medios, plataformas y una narrativa blindada por programas como el de Iker Jiménez.

Mientras tanto, Horizonte actuó como amplificador de la campaña de criminalización iniciada por medios como Gaceta de la Iberosfera o Bipartidismo Stream, ambos afines a Vox.

Las cuentas señaladas por Román (y que él relaciona con estructuras neonazis) replicaron inmediatamente los argumentos lanzados desde el plató de Cuatro.

Un trabajo de pinza mediática donde la televisión abierta y la maquinaria tuitera de la extrema derecha actuaron al unísono.

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La hipocresía fue máxima cuando Iker Jiménez, pretendiendo ser neutral, argumentó que “en televisión solo hay un único relato” y que su programa rompe con eso, presentándose como defensor

de la pluralidad.

Pero esa pluralidad se tradujo en dar altavoz a quienes lanzan campañas de odio y acosan desde el anonimato.

No hubo ni una sola mención a los peligros de difundir desinformación, ni al impacto real que estas prácticas tienen sobre las víctimas.

En cambio, se normalizó el discurso de “ellos también lo hacen”, como si el acoso tuviera justificación dependiendo del bando político.

La gravedad de esta situación no puede subestimarse.

Estamos hablando de un programa con millones de espectadores, usando técnicas de manipulación dignas de una sala de propaganda bélica.

Manipular un tuit para convertir a una víctima en verdugo no es un error de producción.

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Es una decisión editorial.

Y cuando esa decisión coincide milimétricamente con los intereses de una formación política que ya ha sido señalada por sus vínculos con grupos extremistas, la conclusión es ineludible:

Horizonte ya no es solo un espacio de misterio, es también una plataforma de blanqueo ideológico.

Y como remate final, mientras Señor Liberal llora en Twitter por no haber sido ovacionado por sus propios aliados, Román Cuesta continúa recibiendo amenazas.

Su caso está en manos de la Guardia Civil.

Pero el juicio más importante no es el legal, sino el que hacemos como sociedad cuando permitimos que una televisión nacional actúe como correa de transmisión del odio.

El problema no es solo lo que se dice, sino quién tiene el micrófono y por qué.

Y en este caso, el micrófono ha servido para criminalizar a quien desenmascara, y para vitorear a quienes siembran el miedo desde el anonimato.

¿Y tú? ¿Vas a seguir creyendo que esto es periodismo?