🚨 EXPLOTAN DENUNCIAS y ESCÁNDALOS: ‘La Familia de la Tele’ se hunde entre acusaciones y polémicas brutales 🔴

En apenas días, La Familia de la Tele ha pasado de ser el intento de reinvención de los ex Sálvame a convertirse en el epicentro de la controversia mediática nacional.

El programa ha sido acusado de contenidos ofensivos, de usar figuras mediáticas condenadas judicialmente, de promover a personajes polémicos con discursos violentos y, lo más grave, de emplear fondos públicos para financiar lo que muchos consideran un

“circo sin control”.

Uno de los primeros en estallar ha sido Antonio David Flores, que desde su canal ha lanzado una bomba de declaraciones contra Rocío Carrasco y RTVE.

Con una contundencia inusual, ha puesto sobre la mesa una pregunta que ha dejado helados incluso a los defensores más fieles de la cadena: ¿cómo es posible que una televisión pública contrate a alguien condenado por no pagar la manutención de su propio hijo?

Antonio David no se ha guardado nada.

Ha pedido explicaciones por la presencia de figuras como Rocío Carrasco, señalando que, mientras las instituciones se llenan la boca con discursos de protección a la infancia, se permite que quien incumple sus deberes parentales sea premiada con visibilidad

nacional pagada con dinero de todos los españoles.

Y no se ha quedado ahí.

Ha advertido que el programa ya está bajo investigación de la CNMC por presunta publicidad encubierta.

En apenas unos días, ya acumulan dos posibles sanciones: una por promocionar marcas de leche y otra por mostrar sin disimulo el libro de una colaboradora.

“La broma nos va a salir muy cara”, ha sentenciado.

Porque esta vez no se trata de una televisión privada, se trata de RTVE, y cada euro malgastado es dinero público.

Mientras esto ocurre, en plató se viven momentos tan surrealistas como bochornosos.

Belén Esteban, lejos de la templanza que alguna vez prometió, ha cargado sin piedad contra Rosa Benito, acusándola de usar textos de autoayuda y de haber “predicho su propia caída por las escaleras”.

Todo en clave de burla, con un tono más cercano al escarnio que al análisis.

Pero la gota que ha colmado el vaso ha sido el ataque desmedido contra Paz Padilla.

La humorista y empresaria, que lleva años alejada de los focos del corazón, ha sido objeto de una ofensiva ridiculizándola por ejercer de coach emocional, restándole valor a su formación y tachándola de oportunista.

Lo irónico es que, mientras Paz triunfa con sus negocios, estos mismos tertulianos mendigan atención en un formato que se desangra en audiencia.

Pero la indignación no termina ahí.

La presencia de Samantha Hudson en los eventos de RTVE ha reabierto viejas heridas.

Usuarios en redes han rescatado antiguos mensajes suyos en los que expresa frases ofensivas contra menores y mujeres víctimas de violencia sexual.

Frases repugnantes que han encendido la indignación colectiva.

A esto se suma el escándalo con Bob Pop, cuya participación también ha sido cuestionada por comentarios en los que reconocía abusar de otros hombres bajo los efectos de las drogas.

La pregunta es ineludible: ¿por qué RTVE sigue dando altavoz a estas personas?

La presión sobre la cadena pública es cada vez más intensa.

No solo vienen de la audiencia, sino desde dentro.

Trabajadores veteranos, aquellos que accedieron por oposición, denuncian que RTVE ha perdido el rumbo, ha traicionado sus principios y se ha convertido en un vertedero de escándalos televisados.

Las redes hierven con llamados al “apagón informativo” y hashtags como #NoConMisImpuestos y #CierreRTVEya comienzan a viralizarse.

Mientras tanto, el programa sigue cayendo en picado.

Audiencias que no superan el 7,4%, una sangría de espectadores día tras día, críticas feroces desde todos los flancos mediáticos y una nula intención de rectificar.

Lejos de frenar, La Familia de la Tele parece cebarse aún más con el escándalo, sabiendo que ya no tienen nada que perder.

Lo que debió ser una ventana a la pluralidad, se ha convertido en un espejo de lo peor del espectáculo televisivo.

Acusaciones de abusos verbales, contenidos impropios para el horario infantil, la banalización de temas sensibles como la violencia, y la presencia de personajes con antecedentes judiciales hacen que esta producción haya cruzado todos los límites imaginables.

La televisión pública ha dejado de informar o entretener.

Ahora solo ofende.

El daño está hecho.

El público está furioso.

Los trabajadores, avergonzados.

Y los protagonistas, atrapados en una espiral que ya parece irreversible.

La presión para que RTVE cancele La Familia de la Tele crece con cada hora que pasa, y si algo parece inevitable, es que la televisión pública tendrá que dar explicaciones.

Porque lo que está en juego no es un simple programa.

Es la dignidad de una institución que, durante décadas, representó la voz de todos los españoles.

Ahora, solo queda el ruido.