🧨 “Ana Rosa al Desnudo: La Llamada Filtrada Que Dejó Tiritando a Susanna Griso y Mediaset” 🔥📺

Un antiguo audio de Ana Rosa Quintana insultando a la ex dircom de Mediaset  provoca otra polémica antes de su vuelta a las mañanas

Todo comenzó con una filtración.

Unos audios hasta ahora enterrados en algún cajón olvidado que, de pronto, salieron a la luz como una bomba atómica mediática.

En ellos, la voz de Ana Rosa Quintana no deja lugar a dudas.

No hay cortes.

No hay edición malintencionada.

Lo que hay es una conversación descarada, íntima y feroz con el excomisario Villarejo, el agente oscuro que manejaba la cloaca del Estado como si fuera su propio teatro de marionetas.

Y en esa llamada, Ana Rosa muestra una cara que pocos imaginaban… o que muchos temían confirmar.

Entre risas forzadas y una camaradería inquietante, se refiere a Susanna Griso como una “tramposa”.

Dice que engaña con los datos de audiencia al dividir su programa en tres tramos distintos para maquillar cifras.

No se queda ahí.

Habla de su físico, de su forma de comunicar, la tacha de “fea” y le sugiere que “hace mam…bajo la mesa”.

No es una exageración ni una interpretación rebuscada.

El duro comunicado de una exdirectiva de Mediaset contra Ana Rosa Quintana:  "No sorprende su machismo"

Son sus palabras.

Directas.

Frías.

Brutales.

Y todo ante la complicidad de un comisario corrupto.

Pero no se limita a Griso.

Mirta Drago, exdirectora de comunicación de Mediaset, también es víctima del veneno de Ana Rosa.

La llama “retrasada mental”.

Sí, así, sin filtros, como si no hablara de una profesional con años de experiencia, sino de alguien inferior, prescindible, casi un obstáculo en su camino hacia la hegemonía televisiva.

La conversación es tan obscena que resulta difícil entender cómo esta mujer sigue liderando la franja matinal de Telecinco como si nada.

Una exdirectiva de Mediaset responde a los insultos de Ana Rosa con  Villarejo: "No me sorprende su machismo" - FormulaTV

Y mientras Ana Rosa Quintana lanza estos ataques desde la sombra, en plató se muestra como la voz de la sensatez, de la preocupación por la seguridad, de la lucha contra la “okupación”.

Pero ¿de qué “okupación” habla una mujer que es propietaria de 44 pisos turísticos? ¿Qué legitimidad tiene para denunciar el problema de la vivienda cuando se lucra directamente de un sistema que expulsa a las

familias trabajadoras de sus barrios? La respuesta es clara: ninguna.

Pero el control mediático le permite seguir construyendo un relato donde los pobres son la amenaza, y los especuladores como ella, las víctimas.

No es casualidad que cuando Irene Montero decidió decir la verdad en el programa de Risto Mejide —que Ana Rosa es una especuladora y que legitima con su plataforma a bandas de neonazis como Desokupa— se

desatara una tormenta mediática contra ella.

El simple hecho de nombrar lo evidente fue suficiente para convertir a Montero en diana de ataques feroces.

Porque hay algo que el poder mediático no tolera: que se les rompa el espejo.

Que alguien se atreva a decir, en voz alta, lo que tantos piensan en silencio.

Y mientras tanto, la maquinaria se reorganiza.

Una exdirectora de Mediaset se queda a gusto con Ana Rosa Quintana: "Los  periodistas honestos..."

Ana Rosa no solo se mantiene, sino que ahora lidera una franja matinal entera, rodeada de perfiles alineados con su discurso: Terradillos, Joaquín Prat, todos dentro del mismo engranaje que repite las mismas

consignas día tras día.

Ocupas, Venezuela, inseguridad.

Pero nunca desahucios, nunca especulación, nunca las conexiones con las cloacas del Estado.

Porque, ¿qué hace una periodista que plagió su propio libro, que ha recurrido a policías corruptos para sacar ventaja, que insulta a sus colegas de forma misógina y clasista, en la cúspide de la televisión española?

¿Qué clase de sistema mediático permite eso? Uno donde la verdad no importa, donde la línea editorial está diseñada para proteger intereses económicos, y donde la figura de Ana Rosa funciona como un muro de

contención frente a cualquier intento de cambio social profundo.

Y no es que Ana Rosa lo oculte.

Es que no tiene por qué.

El sistema la protege.

Una exdirectiva de Mediaset responde a los insultos de Ana Rosa con  Villarejo: "No me sorprende su machismo"

Las conexiones con figuras como Isabel Díaz Ayuso o con altos ejecutivos de Mediaset le permiten blindarse ante cualquier escándalo.

Aunque hable con Villarejo.

Aunque llame “fea” a una competidora.

Aunque insulte a mujeres con discapacidad.

Aunque explote a la clase trabajadora desde su imperio inmobiliario.

Nada cambia.

Porque su función no es informar: es moldear el pensamiento colectivo hacia el miedo, el conformismo y la obediencia.

Estos audios no son solo una prueba de cómo se comporta Ana Rosa Quintana en privado.

Son un reflejo perfecto del tipo de periodismo que domina en España.

Un periodismo que no cuestiona, que no investiga, que no denuncia…salvo que el objetivo sea alguien vulnerable, de izquierda o sin poder para defenderse.

Un periodismo que se alimenta del escándalo pero ignora la verdad.

Ana Rosa Quintana y su polémico audio sobre Mirta Drago

Que repite mantras vacíos mientras protege a los verdaderos culpables del drama social que atraviesa el país.

Y entonces uno se pregunta: ¿cómo es posible que partidos como el PP o Vox sigan creciendo? Muy sencillo.

Porque hay figuras como Ana Rosa Quintana moldeando día tras día la realidad que millones de personas consumen sin cuestionar.

Ella no es una periodista más.

Es una operadora política.

Una especuladora con micrófono.

Una millonaria disfrazada de presentadora que no duda en destrozar reputaciones si con ello mantiene su poder.

Y ahora, gracias a estos audios, ya no puede esconderse detrás de la cámara.

Porque su voz la delata.

Porque sus palabras, por fin, han salido a la luz.

Porque ahora sabemos exactamente quién es.

Y no, no es una víctima.

Es parte del problema.