⚠️ María Patiño acusa a Pantoja de intento de asesinato ¡y Belén Esteban quiere ROMPER contrato! 😱🔥

Este domingo 25 de mayo, Radio Televisión Española explotó en mil pedazos.

La noticia llegó como una bomba sin previo aviso: el número dos de la cadena pública ha sido despedido de forma fulminante.

¿Y lo más alarmante? Que José Pablo López, el todopoderoso jefe de RTVE, está literalmente al borde del abismo.

Todo apunta a que será el siguiente en caer si no logra levantar los índices de audiencia que hoy se arrastran por el suelo.

Pero esto no es solo una crisis de programación: es una crisis de identidad, de ética y de millones de euros que desaparecen sin dejar rastro.

El foco principal del escándalo tiene nombre propio: La Familia de la Tele.

El intento desesperado por revivir el espíritu de Sálvame resultó ser el mayor fracaso del año.

Con un estreno que apenas alcanzó un 9% de share y que ahora se desploma hasta el 5%, el programa se ha convertido en sinónimo de fracaso televisivo.

Las redes sociales arden, los espectadores se desconectan y el ridículo es total.

El colmo: personajes como Kiko Matamoros recibiendo lecturas de destino en pleno horario infantil, sin ningún filtro y con una narrativa que más parece un sketch de mal gusto que contenido público.

Mientras el contenido se hunde, en los pasillos de RTVE cunde la indignación.

Sindicatos, técnicos y periodistas están hartos.

El dinero público se está esfumando en contratos oscuros, firmados no por la propia RTVE, sino por una productora externa contratada a dedo.

Un movimiento perfectamente legal pero descaradamente diseñado para saltarse la ley de transparencia.

¿El resultado? Un circo millonario financiado por todos los contribuyentes, mientras se despide a personal de plantilla y se pone en jaque la reputación de la televisión pública.

Y si pensabas que eso era todo, llega María Patiño con gasolina en mano.

En pleno directo soltó una declaración que ha dejado helado a medio país: “Isabel Pantoja intentó asesinar a Dulce con unas tijeras”.

Sí, lo dijo tal cual.

Sin matices.

Y como si fuera poco, el programa decidió rematar el momento con un sketch humorístico sobre el asunto.

La indignación fue inmediata.

¿Dónde está la responsabilidad editorial? ¿Dónde está el respeto por el espectador? La televisión pública española ha cruzado una línea roja.

Pero no todo se queda en polémica.

Las consecuencias están a punto de llegar.

José Pablo López ha recibido un ultimátum: o sube los datos de audiencia esta semana o se va a la calle.

Su posible sustituto ya suena fuerte: Sergio Calderón, actual número dos y ahora chivo expiatorio perfecto.

Pero esto solo sería el principio de una purga total.

Porque Belén Esteban, uno de los rostros más visibles del proyecto, ha declarado estar “hasta el moño” y quiere romper su contrato.

“No aguanto más”, dijo en privado a su entorno, según fuentes del plató.

El ambiente es de descomposición.

Las caras de Sálvame, recicladas y desubicadas en este nuevo formato, ya no tienen el respaldo del público ni el cariño de las cadenas privadas.

Telecinco no los quiere de vuelta, Antena 3 ni los considera y el resto de las plataformas los evita como si llevaran una etiqueta de alto voltaje.

¿Qué futuro les espera a estos rostros ahora que el experimento de RTVE está a punto de estallar?

La pregunta del millón es: ¿cómo se ha permitido semejante desastre? ¿Cómo es posible que se firmen contratos millonarios sin control alguno, mientras el contenido se hunde, el personal se rebela y el público

apaga la televisión? En nombre del entretenimiento se ha caído en una espiral de escándalos que no hacen más que reforzar la sensación de decadencia absoluta.

Y lo peor es que lo estamos pagando todos.

Cada euro gastado en este despropósito sale del bolsillo de los contribuyentes.

Mientras tanto, la dirección de RTVE permanece muda, los altos cargos se sacuden responsabilidades y las estrellas de la televisión de hace una década protagonizan la debacle del presente.

Lo que se vendió como un regreso triunfal ha acabado siendo un funeral televisivo en cámara lenta.

Esta crisis ya no es solo de audiencia, ni siquiera solo de reputación.

Es un síntoma de algo mucho más profundo: la desconexión total entre la televisión pública y la sociedad a la que se supone que debe servir.

Y en medio de todo esto, con los despidos en marcha, los contratos secretos a punto de ser revelados y las estrellas peleando entre sí, solo hay una certeza: el escándalo no ha hecho más que comenzar.

RTVE se enfrenta a su hora más oscura.

Y mientras Belén Esteban rompe su contrato, María Patiño incendia los platós y las productoras externas se llevan millones por programas que nadie ve, la pregunta sigue en el aire: ¿quién va a responder por este

desastre? La cuenta atrás ha comenzado… y las cabezas ya están rodando.