🔥 “Esto es un aquelarre”: Máximo Pradera firma la sentencia pública contra La Familia de la Tele y desata una guerra en TVE 📉💥

El presentador Máximo Pradera firma para pedir públicamente la retirada de  'La Familia de la Tele' en TVE

La tormenta sobre La Familia de la Tele no amaina, y cada día que pasa la presión mediática y profesional sobre el programa crece como una marea imparable.

Todo comenzó con un gesto que pocos esperaban: la periodista Marta Riesco, una figura ligada al universo del corazón más polémico, fue enviada por el equipo del programa nada menos que al Vaticano para

cubrir la elección del nuevo Papa.

Una decisión que encendió la mecha.

El Consejo de Informativos de RTVE, órgano encargado de velar por la ética y la calidad de los contenidos, estalló en críticas contra el programa, acusando al espacio de estar rompiendo todos los límites del rigor

periodístico.

Lo que parecía un error aislado se convirtió en un símbolo del descontento general.

Poco después, hasta 132 extrabajadores de la casa firmaron una carta denunciando el deterioro que este tipo de contenidos estaba provocando en la imagen de la radiotelevisión pública.

Pero lo más demoledor estaba por llegar.

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Esta vez no eran jubilados, ni críticos desde fuera.

Ahora son trabajadores en activo, bajo la iniciativa de Mujeres Radiotelevisión Española, los que han iniciado una recogida de firmas a través de Change.

org para exigir la cancelación inmediata del programa.

El manifiesto no se anda con rodeos.

“Este tipo de apuestas solo contribuyen a banalizar la antena y a deteriorar la imagen de la radiotelevisión pública al no cumplir con los mínimos exigibles a un medio estatal”, puede leerse en el inicio.

Una declaración que va directa al corazón del escándalo: ¿qué está pasando dentro de TVE para que su propia plantilla exija el fin de uno de sus programas más promocionados? La respuesta, al parecer, está en

una mezcla tóxica de frivolidad, improvisación y falta de respeto hacia lo que muchos consideran “el alma” de la televisión pública.

Y entonces, llegó la firma que lo cambió todo.

Máximo Pradera, periodista, escritor y presentador con una larga trayectoria en los medios, se unió a la iniciativa con una contundencia poco habitual en figuras de su perfil.

Lo hizo públicamente, desde su cuenta de Twitter, con una frase simple pero demoledora: “Yo ya he firmado”.

Bastaron esas cuatro palabras para encender el debate.

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Para muchos, fue un gesto de valentía, una muestra de coherencia en tiempos de conformismo.

Para otros, una traición a la pluralidad televisiva.

Las redes sociales estallaron.

Seguidores y detractores entraron en una batalla verbal que aún no termina.

Mientras algunos aplauden que se señale un formato que consideran “telebasura disfrazada de magazine”, otros acusan a Pradera y a los firmantes de censura, de querer imponer un modelo de televisión único y

elitista.

El presentador no ha dado más declaraciones, pero su gesto ha sido suficiente para colocar el foco donde más duele: en la división interna de RTVE, que ahora se ve forzada a posicionarse.

Más de 1.300 firmas ya han sido recopiladas y verificadas.

No se trata de una campaña improvisada.

Es una movilización bien articulada, con argumentos sólidos y con respaldo profesional.

“El entretenimiento también tiene que tener un límite de rigor y respeto”, señala el texto.

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Y es ahí donde muchos ven el verdadero problema de La Familia de la Tele: que ha cruzado ese límite.

Que, bajo la excusa de atraer audiencia, se ha dado luz verde a un tipo de contenido que, lejos de elevar el nivel, lo arrastra al barro.

La productora responsable del formato, La Fábrica de la Tele, tampoco ha salido indemne.

Conocida por sus programas polémicos, su presencia dentro de una cadena pública como La 1 ha sido interpretada por muchos como una rendición total al espectáculo.

La misma que produjo Sálvame, ahora intenta reconfigurar su lenguaje para una audiencia más generalista.

Pero el resultado, según los trabajadores firmantes, está lejos de lo aceptable.

Todo esto se produce en un momento especialmente delicado para RTVE.

Con una crisis de audiencia en varios de sus espacios y constantes críticas sobre su línea editorial, la cadena parece haber apostado por el ruido para captar atención.

Pero esa estrategia podría estar saliéndole cara.

Muy cara.

El escándalo generado por La Familia de la Tele ha abierto una grieta que amenaza con expandirse.

Porque no se trata solo de un programa polémico.

Se trata de la identidad misma de la televisión pública, de su función, su responsabilidad y sus límites.

Mientras tanto, la dirección guarda silencio.

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No hay comunicados.

No hay explicaciones.

Solo el ruido de los pasillos, las tensiones internas y una campaña de firmas que sigue creciendo.

¿Qué pasará si la cifra alcanza los 10.

000 apoyos? ¿Se atreverá RTVE a retirar un programa en plena emisión por presión interna? ¿O resistirá con el argumento de la libertad de programación?

Una cosa está clara: lo de Máximo Pradera no es un gesto aislado.

Es el síntoma de un hartazgo creciente, de una fractura entre los que quieren una televisión pública seria y los que apuestan por los fuegos artificiales.

Y en medio, la audiencia, cada vez más desconfiada, cada vez más crítica.

La Familia de la Tele nació con vocación de conectar, pero está dividiendo.

Y lo peor de todo es que, tal vez, esa división sea el verdadero espectáculo que se está emitiendo cada tarde, en directo, sin guion, y con consecuencias reales.

Porque cuando los que trabajan dentro piden apagar la cámara, es que algo muy serio está pasando.