⚖️ “El fuego amigo estalla en su cara”: Óscar Puente hunde a Tellado con un golpe letal de memoria histórica 💥📜

Todo comenzó con una de esas publicaciones del Boletín Oficial del Estado que, en circunstancias normales, pasan desapercibidas para el gran público.

Pero en la política española actual, incluso un nombramiento técnico puede ser usado como munición para una guerra mediática.

El caso en cuestión: Jorge Pérez Navarro fue designado como “director del gabinete del director del gabinete del presidente del Gobierno”.

Un título que, por su redacción redundante, hizo saltar las alarmas —y las risas— en redes sociales.

La derecha olió sangre.

Y el Partido Popular no tardó en reaccionar.

El primero en lanzarse al cuello fue Miguel Tellado.

Desde su posición como portavoz del PP, aprovechó la oportunidad para desatar una ofensiva política con una narrativa clara: el Gobierno de Pedro Sánchez inventa cargos absurdos y despilfarra el dinero público

para colocar a sus afines.

Vox se sumó con su tono habitual de catástrofe institucional.

Medios conservadores amplificaron el escándalo con titulares sobre burocracia inflada y un Ejecutivo “sobredimensionado”.

Todo parecía estar perfectamente orquestado.

Pero en política, un ataque solo es efectivo si tu adversario no tiene memoria.

Y Óscar Puente no solo la tenía, la tenía documentada.

Desde su cuenta en X (antes Twitter), el ministro lanzó un tuit que parecía inocente: “Nada puede sorprendernos ya.

” Pero lo acompañó de un enlace que cambió el rumbo de todo el debate.

El documento al que dirigía revelaba un dato incómodo para el PP: el polémico cargo ya existía en 2012, durante el mandato de Mariano Rajoy, con la firma de la entonces vicepresidenta Soraya Sáenz de

Santamaría.

Y aún más atrás: fue creado en 2005 bajo el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

El golpe fue tan limpio como brutal.

Puente no necesitó elevar el tono, ni insultar.

Solo señaló lo evidente.

El Partido Popular había criticado ferozmente algo que ellos mismos no solo habían aceptado, sino que habían usado.

El efecto fue inmediato.

Las redes sociales estallaron, pero ahora en sentido contrario.

Miles de usuarios comenzaron a compartir capturas del BOE de 2012, memes sobre el “gabinete del gabinete” y, lo más humillante para el PP, las firmas que demostraban que el puesto no era nuevo ni socialista.

Ahí es donde entra en juego la famosa “ley del embudo”, una expresión que Puente maneja con maestría.

“Ancho para uno, estrecho para otro.

” Es decir: lo que está mal cuando lo hace el adversario, está perfectamente bien cuando lo haces tú.

La frase encapsula una verdad incómoda: el PP no estaba criticando una práctica novedosa, sino fingiendo sorpresa ante una figura administrativa que ellos mismos habían mantenido en su día.

La reacción del PP fue torpe y titubeante.

En lugar de asumir la incoherencia, se aferraron a una defensa floja: que aunque el cargo existiera antes, eso no lo hacía válido ahora.

Pero ya era tarde.

La batalla no era por el puesto, era por la coherencia.

Y en ese terreno, la derecha había perdido.

Puente no solo había desmontado el ataque, lo había convertido en un boomerang que golpeó con fuerza al propio emisor.

Este caso es un manual de cómo desactivar un ataque político en la era digital.

No hizo falta una rueda de prensa.

Ni un discurso parlamentario.

Solo un tuit, un enlace y una ironía bien colocada.

La izquierda capitalizó el momento con precisión quirúrgica.

No defendieron a ultranza el cargo.

No intentaron justificar su necesidad.

Simplemente recordaron.

Mostraron que el PP no tenía autoridad moral para criticar algo que ya había implementado.

El pasado, como un espejo afilado, reflejaba su propia contradicción.

Y en la política del siglo XXI, donde todo está a un clic, donde la hemeroteca es digital y la memoria es colectiva, estos episodios se convierten en pesadillas para cualquier estrategia comunicativa mal calculada.

La crítica que debía ser demoledora se desinfló en cuestión de horas.

Los medios que habían amplificado el escándalo comenzaron a recoger con timidez la respuesta socialista.

Algunos incluso intentaron minimizar el impacto.

Pero ya no importaba.

La narrativa había cambiado.

Para el PSOE fue una victoria sin desgaste.

Un contraataque limpio, basado en hechos y rematado con ironía.

Para Puente, otra demostración de que en la arena política, la agilidad comunicativa importa tanto como el fondo.

Y para el PP, una advertencia: antes de lanzar una acusación, revisa tu propio historial.

Porque si tú lo hiciste primero, la crítica no solo pierde fuerza: te convierte en el blanco perfecto.

Este episodio ha dejado algo claro.

En política, la coherencia no es solo un valor: es una estrategia de supervivencia.

Y cuando se traiciona, incluso por un cargo menor, la imagen que queda es devastadora.

El PP quiso ridiculizar al gobierno.

Y acabó retratándose a sí mismo.

Puente, con una frase y un enlace, logró lo que muchos discursos no consiguen: exponer la hipocresía sin decir una sola palabra más de la cuenta.

Y en tiempos de sobreinformación, esa sencillez es más poderosa que mil titulares.

La ley del embudo ya no es solo una metáfora.

Es el espejo donde se refleja cada doble vara de medir.

Y esta vez, el reflejo fue brutal.