💣 ¡FULMINANTE! Risto Mejide ARRASA con Feijóo y DESMONTA todo su discurso en segundos

La política española está llena de frases vacías, pero pocas han sido tan rápidamente desmontadas como el reciente eslogan de Alberto Núñez Feijóo: “Política que sirve”.

En un momento en el que el PP lucha por mantener su relevancia sin gobernar, esta consigna pretendía ser el estandarte de una alternativa seria, útil y presidenciable.

Sin embargo, todo se vino abajo cuando Risto Mejide, en pleno directo y sin pestañear, lanzó la pregunta que nadie del PP supo responder: “¿Sirve para qué?”.

Esa frase, tan simple y tan potente, explotó como una granada en el debate y dejó al descubierto la contradicción más dolorosa para Feijóo: prometer una política útil desde la absoluta irrelevancia parlamentaria.

El momento se dio durante una tertulia televisiva con la participación del exministro José Manuel García-Margallo.

Intentando salvar los muebles, Margallo se lanzó a hablar de propuestas, reformas, liderazgo internacional y otros tópicos habituales.

Pero el daño ya estaba hecho.

Risto había puesto el dedo en la llaga.

Porque si no tienes poder, si no gobiernas, si no puedes legislar ni ejecutar presupuestos, ¿de qué sirve tu política?

La estrategia de Feijóo ha sido clara: actuar como un presidente en la sombra.

Ha presentado decálogos, planes de vivienda, promesas fiscales, auditorías…

todo muy ordenado, muy de gestor tecnócrata.

Pero sin una mayoría parlamentaria, todo eso es papel mojado.

El votante ya no compra el discurso por promesas bonitas.

Exige resultados, hechos, acción.

Y eso, hoy por hoy, el líder del PP no puede ofrecerlo.

Lo más grave es que este eslogan, más que fortalecer su imagen, ha reavivado una crisis interna en el partido.

Aunque Feijóo cuenta con el respaldo oficial, las voces disidentes como la del propio José Luis Ballo evidencian que el liderazgo no es tan firme como parece.

La pregunta incómoda que lanzó Risto, en realidad, no iba solo dirigida al eslogan: era una enmienda a la totalidad de la estrategia del PP.

Porque no basta con parecer útil.

Hay que serlo.

Y si estás atado a Vox para poder tocar poder en ciertos territorios, mientras a nivel nacional te quedas estancado en la oposición, ¿qué clase de utilidad puedes ofrecer?

La escena tuvo un impacto brutal porque reflejó un sentir generalizado.

La ciudadanía empieza a desconfiar de discursos grandilocuentes que no se traducen en absolutamente nada.

Risto no hizo más que verbalizar esa frustración.

Su intervención fue compartida, viralizada y comentada como un “zasca” político con más contenido del que muchos ministros ofrecen en semanas.

Porque detrás del sarcasmo había una verdad incontestable: si no tienes el poder de cambiar las cosas, tu política no sirve.

Sirve solo para hacer ruido.

Y el ruido es lo que más le sobra a la política española.

Entre Ayuso agitando la bandera de la confrontación constante y Vox marcando posiciones ultra en cada institución que toca, el PP de Feijóo se ha querido vender como el equilibrio.

Pero esa moderación a medio gas, sin contundencia, empieza a parecer debilidad.

Y en un contexto polarizado, eso puede ser letal.

Feijóo ha intentado ganar credibilidad apareciendo como el tipo serio, el que no grita, el que propone.

Pero cada vez que sus propuestas son bloqueadas, ignoradas o simplemente recicladas de programas anteriores sin impacto real, la gente se da cuenta de que detrás del envoltorio no hay producto.

Solo marketing político de manual.

“Política que sirve”, sí, pero ¿sirve para quién? ¿Para los votantes o para mantener vivo a un partido que no encuentra su sitio?

Mientras Pedro Sánchez sigue marcando la agenda desde Moncloa, gustará más o menos, pero toma decisiones.

Feijóo, en cambio, reacciona.

Hace oposición reactiva, no proactiva.

Y eso pesa.

En política, el que no marca el ritmo desaparece del radar.

La obsesión por parecer presidente sin serlo se ha vuelto un lastre.

Porque el votante quiere acción, no simulacros de poder.

Las comparaciones con otros grandes lemas políticos son inevitables.

Desde el “Yes we can” hasta el “Make America Great Again”, todos tenían detrás una maquinaria de poder para convertir la frase en acción.

Pero lo de Feijóo suena más a “fake it till you make it”, pretender que se tiene el poder hasta que te lo den.

Y eso, cuando se prolonga en el tiempo, deja de parecer estrategia para parecer desesperación.

Los ciudadanos quieren soluciones, no simulaciones.

Y si tu lema es política que sirve, tienes que demostrar con hechos que sirves para algo.

No basta con presentar PowerPoints.

No basta con visitas a embajadas.

No basta con montar gabinetes ficticios.

Hay que legislar, gobernar, transformar.

Y Feijóo no puede.

No porque no quiera, sino porque no le dan los números.

Esa es la tragedia de su liderazgo.

Una tragedia que se hace más evidente cada vez que alguien como Risto le arranca la careta en directo.

La escena no fue solo un zasca televisivo.

Fue el reflejo de una fractura profunda entre el PP y su electorado potencial.

Una fractura que crece con cada promesa que no llega, con cada discurso que suena a refrito, con cada lema vacío que se lanza esperando que nadie lo cuestione.

Pero Risto lo cuestionó.

Y dejó al aire la gran pregunta: si no puedes hacer nada, ¿sirves para qué?

Mientras Feijóo siga sin poder responder esa pregunta con hechos, no habrá eslogan que lo salve.

Porque el problema no es de comunicación, es de fondo.

De liderazgo.

De estrategia.

Y sobre todo, de credibilidad.

La política, como bien dejó claro Risto Mejide, no es un juego de palabras.

Es un juego de poder.

Y quien no lo tiene, solo sirve para adornar la oposición… o para estrellarse con su propio eslogan.