¡DESTROZADA! Rosa Villacastín Deja en Ridículo a Belén Esteban en una Entrevista que SACUDE la Televisión

Todo comenzó cuando Rosa Villacastín, periodista de dilatada trayectoria y lengua afilada, fue invitada al programa Collapse de la televisión catalana.

Sin rodeos, sin paños calientes, arremetió con una dureza inaudita contra Belén Esteban, dejando claro que nunca le ha gustado su figura ni lo que representa en el panorama televisivo.

Lo que debía ser una entrevista convencional se transformó en un ataque frontal, directo al corazón de la “princesa del pueblo”, que aún resuena con fuerza en todos los rincones del país.

Villacastín no se limitó a expresar su desagrado.

Acusó a Esteban de haber construido su carrera en base al daño gratuito, especialmente dirigido hacia Jesulín de Ubrique y su actual esposa, María José Campanario.

“Se separa de Jesulín y decide decir lo que quiera, me parece bien”, arrancó Villacastín.

“Pero a María José Campanario le ha hecho un daño gratuito”, sentenció con una frialdad que heló el plató.

La periodista señaló lo que muchos susurraban pero pocos se atrevían a gritar: que Belén ha utilizado su historia personal como arma para mantenerse en la primera línea mediática durante más de dos décadas.

Pero el ataque más feroz aún estaba por llegar.

Rosa Villacastín, sin cambiar el tono ni disimular la intención, disparó contra el mayor símbolo de Esteban: su autenticidad popular.

Según ella, Belén ha ganado suficiente dinero para haberse formado, para haberse convertido en algo más que un fenómeno espontáneo.

“Podría haber cogido a los mejores profesores para que la enseñaran a hablar, a moverse, o para que tuviera cultura”, espetó sin contemplaciones.

“Pero ha tirado por lo fácil”, concluyó, dejando una acusación de mediocridad flotando en el aire.

La reacción no se hizo esperar.

Las redes sociales estallaron en un torrente de apoyos y críticas feroces.

Para algunos, Villacastín había dicho en voz alta lo que muchos pensaban: que Belén Esteban, lejos de evolucionar, había decidido estancarse en un personaje que hace tiempo dejó de

evolucionar.

Para otros, era un ataque clasista, una agresión desde el pedestal del periodismo tradicional hacia alguien que había triunfado sin necesidad de diplomas ni universidades, conquistando al público

a base de autenticidad y cercanía.

La polémica puso de nuevo sobre la mesa un debate recurrente en España: ¿es legítimo cuestionar a las figuras públicas por no aprovechar su éxito para formarse? ¿O es un acto de elitismo

despreciar a quien, como Belén Esteban, ha sabido conectar con el pueblo precisamente gracias a su naturalidad sin artificios? La pregunta ardía en tertulias, redes y cafés de toda la geografía

española.

Lo cierto es que Belén Esteban ha logrado algo que pocos pueden presumir: mantenerse en la cima de la popularidad durante más de 20 años sin cambiar su esencia.

Su manera de hablar, su espontaneidad brutal, su falta de filtro, se convirtieron en su marca registrada.

Ha vivido altibajos, escándalos y críticas sin cuento, pero siempre ha encontrado la forma de volver, de resurgir, de seguir siendo “la de toda la vida”.

Sin embargo, para Rosa Villacastín, eso no basta.

Para la veterana periodista, el éxito implica responsabilidad.

Implica crecer, evolucionar, mejorar.

Ver a Belén mantenerse inmóvil, explotando su personaje inicial sin esfuerzo aparente por pulirse, es, en su visión, una oportunidad perdida, una traición a todo el potencial que su fama y fortuna le otorgaron.

Y más allá del estilo o la educación, está el daño personal.

Villacastín no dejó pasar la oportunidad de recordar cómo Belén, a su juicio, ha utilizado su historia con Jesulín de Ubrique no solo para construirse una carrera, sino para alimentar su personaje

televisivo a costa de terceros, especialmente de María José Campanario, a quien, según ella, ha perjudicado gratuitamente durante años.

Pero la pregunta persiste: ¿era necesario que Belén Esteban cambiara? ¿Realmente necesitaba estudiar, moverse con elegancia, hablar con dicción perfecta para seguir siendo lo que es? Muchos

opinan que no.

Que su magia reside precisamente en lo contrario: en ser la voz imperfecta, espontánea y brutalmente honesta de una España que no se siente representada en los círculos cultos ni en las élites mediáticas.

A pesar de las críticas de Rosa Villacastín, la realidad es tozuda: Belén Esteban sigue siendo una de las figuras más queridas y reconocidas de la televisión.

Sigue llenando programas, sigue generando titulares, sigue moviendo masas.

Mientras muchos otros han caído en el olvido o han sido devorados por la voracidad del medio, ella sigue ahí, firme, con sus defectos y sus virtudes, sin pedir perdón por ser quien es.

Y precisamente esa resistencia, esa capacidad para sobrevivir sin transformarse en algo que no es, puede ser su mayor logro.

Puede que no haya contratado profesores de oratoria ni de cultura general.

Puede que no se haya refinado ni pulido como muchos esperaban.

Pero ha logrado algo aún más difícil: ser fiel a sí misma en un mundo donde la autenticidad es cada vez más escasa.

La batalla mediática entre Rosa Villacastín y Belén Esteban no es solo un cruce de declaraciones.

Es el reflejo de una lucha cultural más profunda, entre dos visiones opuestas del éxito, la popularidad y el papel de los medios de comunicación.

Una batalla donde, más allá de quién tenga razón, lo que queda claro es que el debate sigue más vivo que nunca.

¿Debe Belén Esteban responder? ¿Debe callar y seguir adelante como siempre ha hecho? ¿O esta vez debería aprovechar la crítica para replantearse su futuro mediático? Sea cual sea la respuesta,

una cosa es segura: su nombre sigue en boca de todos.

Y eso, en el mundo de la televisión, es sinónimo de victoria.

Porque, guste o no, Belén Esteban ha logrado lo que muy pocos consiguen: ser inolvidable.

Y mientras siga despertando pasiones, odios y admiraciones por igual, seguirá reinando en un trono que nadie le ha regalado…

y que, pese a todas las críticas, sigue siendo indiscutiblemente suyo.