💣 Rufián fulmina al PP con solo 5 palabras sobre Feijóo y el narco Marcial Dorado: “Pero si es un narco”

Gabriel Rufián lo volvió a hacer.

En una escena política marcada por la ambigüedad, los discursos vacíos y los ataques calculados, el portavoz de ERC en el Congreso soltó una frase tan corta como letal: “Pero si es un narco”.

Y lo hizo justo cuando el Partido Popular intentaba desviar la atención sobre una de las relaciones más incómodas del pasado de Alberto Núñez Feijóo: su amistad con Marcial Dorado, un narcotraficante gallego

condenado por múltiples delitos.

Todo comenzó con una entrevista publicada por El Confidencial, en la que el propio Marcial Dorado rompía su silencio para acusar al PSOE de haberle ofrecido dinero a cambio de información comprometida

sobre Feijóo.

Una revelación que el PP intentó convertir en una supuesta “operación de Estado” para desprestigiar a su líder justo en plena precampaña.

Pero lejos de salir fortalecidos, abrieron la puerta a un escándalo que el partido llevaba años intentando enterrar.

Porque independientemente de las acusaciones cruzadas entre PSOE y PP, el dato esencial sigue siendo el mismo: Marcial Dorado es un narcotraficante.

Lo era cuando se fotografiaba con Feijóo en yates, en hoteles de lujo, en viajes por Estoril y las Rías Baixas.

Lo era cuando organizaba escapadas con él y compartía cenas navideñas.

Y lo sigue siendo ahora.

Esa es la bomba que Rufián lanzó al centro del tablero con una naturalidad escalofriante.

Y con ello, reventó el intento de victimización del Partido Popular en tiempo récord.

El pasado volvió de golpe.

Las imágenes de Feijóo con Dorado inundaron las redes.

Los viejos artículos de El País, La Voz de Galicia y otros medios regionales reaparecieron como si el tiempo no hubiese pasado.

Y lo más doloroso para el PP fue que el debate no giró en torno a si el PSOE quiso comprar el silencio de un narco, sino en por qué Feijóo fue amigo durante años de alguien con vínculos tan oscuros.

La defensa inicial de Feijóo siempre fue la misma: no sabía quién era Dorado.

Aseguró que rompió el contacto en cuanto supo de sus actividades ilegales.

Pero ese argumento se tambalea cuando se contextualiza.

A finales de los años 90 y principios de los 2000, Galicia entera conocía el nombre de Marcial Dorado.

Su implicación en redes de contrabando, blanqueo y narcotráfico era vox populi.

Y Feijóo no era un ciudadano cualquiera: era un alto cargo de la administración autonómica.

Tenía acceso a información que cualquier gallego medio ya manejaba en forma de rumores, sospechas y titulares.

Lo que hace Rufián con su tuit no es una acusación nueva, sino un recordatorio brutal de una verdad incómoda.

Que por muy buena que sea la estrategia política del PP, por mucho que intenten generar ruido en redes, nada borra el hecho de que su líder compartió años de amistad con un narcotraficante.

Y no cualquiera: uno de los más importantes de Galicia.

Ester Muñoz, diputada del PP, intentó contrarrestar la polémica con un mensaje que buscaba dramatizar: “Mafia o democracia”, escribió.

Pero lo único que logró fue que las redes estallaran aún más.

Porque si de mafias se trata, pocas cosas resultan más mafiosas que compartir cenas, vinos y paseos en yate con un narco.

Y usar ahora a ese mismo narco como supuesto testigo a favor solo empeora la jugada.

El problema no es si Dorado miente o dice la verdad sobre el PSOE.

El problema es que su sola aparición mediática, sumada a su testimonio tan detallado sobre su cercanía con Feijóo, ya bastaba para desenterrar un escándalo que el PP necesitaba mantener sepultado.

Dorado relató en esa entrevista cómo cubría los gastos de Feijóo, cómo se hacían regalos, cómo compartían confidencias y escapadas.

¿En serio alguien puede creerse que ese vínculo se mantuvo sin que Feijóo supiera a qué se dedicaba?

El silencio de Feijóo tras la entrevista ha sido ensordecedor.

A diferencia de otros casos, no salió a comparecer, no dio explicaciones claras, no aclaró nada.

Y en política, cuando no hablas, también estás diciendo mucho.

El mensaje que ha calado es simple: hay algo que no quiere explicar.

Algo que no puede explicar.

Y eso es letal.

Porque no estamos hablando de una falta administrativa ni de una foto con un conocido cualquiera.

Hablamos de años de relación con un delincuente de peso.

Y aunque la condena de Dorado llegó oficialmente en 2005, los indicios y sospechas ya estaban presentes muchos años antes.

No es una cuestión legal, es una cuestión ética.

Y ahí es donde Rufián dio en el clavo.

El tuit “Pero si es un narco” fue tendencia nacional.

Se replicó miles de veces y fue compartido incluso por usuarios de espectros ideológicos opuestos.

¿Por qué funcionó tan bien? Porque, en una sola frase, desmontó todo el relato victimista del PP.

Porque recordó algo que muchos ya sabían pero que otros tantos habían olvidado.

Porque no necesitó un discurso de 10 minutos ni un hilo explicativo.

Solo cinco palabras cargadas de verdad.

Y lo más irónico de todo es que, en su intento de defender a Feijóo, el PP terminó dándole más protagonismo al propio Dorado.

Lo amplificaron.

Le dieron espacio.

Lo convirtieron en herramienta política.

Lo blanquearon.

Y eso, para muchos votantes, es simplemente imperdonable.

La reflexión que deja esta polémica va más allá de un partido o una campaña electoral.

Es una pregunta directa a la conciencia política de un país: ¿qué nivel de ética estamos dispuestos a aceptar en quienes aspiran a liderarnos? Porque si la respuesta es que un líder puede tener amistad con un narco

y seguir como si nada, entonces el problema no es solo de Feijóo.

Es de todos.

Por eso, mientras el PP busca cortinas de humo, Rufián fue directo al núcleo.

Con una frase que ha hecho más daño que cualquier entrevista.

Porque en política, a veces, no hacen falta discursos.

Solo hace falta decir lo obvio.

Y lo obvio, esta vez, es tan brutal como imbatible: es un narco.