🔥 ¡Silvia Intxaurrondo explota contra El Mundo y OK Diario! Las mentiras que no está dispuesta a tolerar

RTVE admite que Silvia Intxaurrondo cobró 240.500 euros por 'La hora de La  1' en 2024

La polémica estalló tras una entrevista de Silvia Intxaurrondo a Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, que dejó en evidencia la fragilidad de algunos de sus argumentos.

Durante la conversación, que se volvió viral en cuestión de horas, la periodista desmontó en directo afirmaciones del político sobre las pensiones y el caso Pegasus, utilizando algo tan sencillo como datos y

repreguntas.

La firmeza y precisión de Intxaurrondo no pasaron desapercibidas, pero lo que parecía una muestra de periodismo riguroso pronto se convirtió en el blanco de una campaña de desprestigio sin precedentes.

Días después de la entrevista, el diario El Mundo publicó una información que, más que noticia, parecía un intento de represalia: aseguraban que RTVE había renovado el contrato de Silvia Intxaurrondo por 537.

000 euros “el mismo día” de la entrevista con Feijóo.

Una cifra escandalosa, colocada estratégicamente para despertar indignación y sospechas de favoritismo político.

Pero lo más alarmante no era solo el titular, sino el hecho de que la noticia se basaba en una información previa de OK Diario, medio conocido por sus reiteradas publicaciones de dudosa veracidad.

La reacción de Silvia no se hizo esperar.

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Desde sus redes sociales, la periodista respondió con contundencia y sin medias tintas: “Querido El Mundo, lo vuestro con las noticias falsas empieza a ser grave.

Ni la cifra ni las fechas son ciertas”.

De un plumazo desmontaba toda la estructura del artículo, dejando en evidencia la falta de rigor y el afán sensacionalista con el que se construyó la noticia.

La base de la acusación ni siquiera se sostenía temporalmente: la renovación de su contrato, según fuentes de RTVE, nada tenía que ver con la fecha de emisión de la entrevista ni con los supuestos montos inflados

que El Mundo citaba sin prueba alguna.

Pero esto no fue un hecho aislado.

La estrategia ya se venía cocinando desde hacía tiempo en ciertas redacciones: desacreditar a periodistas que hacen preguntas incómodas.

Intxaurrondo no es la primera ni será la última en sufrir este tipo de ataques.

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Lo curioso es que cuanto mejor hace su trabajo, más intentan derribarla con noticias falsas y titulares tendenciosos.

Es el precio de no ser complaciente.

La situación se volvió aún más surrealista cuando, en un debate público, se recordó otro de los escándalos informativos de OK Diario: una noticia que vinculaba falsamente a la abogada pacifista Ainhoa Aznárez

con Arnaldo Otegi, líder de la izquierda abertzale, asegurando que eran “amigos”.

Todo basado en una foto manipulada, usada después por otros medios sin verificar su origen.

¿La justificación? “Se parecen bastante”.

Ese fue el argumento textual.

¿De verdad ese es el estándar de verificación de algunas redacciones en España?

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El caso de Silvia Intxaurrondo pone al descubierto un fenómeno peligroso: el uso del periodismo como arma política.

En lugar de verificar los hechos, algunos medios parecen estar más interesados en construir narrativas útiles para determinados intereses.

Y cuando una periodista como Silvia no encaja en esa agenda, el objetivo se vuelve claro: desacreditarla, asociarla a privilegios imaginarios y poner en duda su integridad profesional.

Todo esto, paradójicamente, por haber hecho algo tan elemental como repreguntar y contrastar datos.

La entrevista con Feijóo fue un momento de claridad en medio del ruido.

Cuando el líder del PP aseguró con vehemencia que su partido “siempre había revalorizado las pensiones conforme al IPC”, Silvia le respondió con hechos: ni en 2012, ni en 2013, ni en 2016 fue así.

Y cuando trató de culpar a una agencia de noticias por difundir información falsa sobre el caso Pegasus, ella le preguntó con frialdad quirúrgica si recordaba cuál agencia era.

Feijóo titubeó, dudó, no supo responder.

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Y en ese instante, quedó claro que la periodista estaba un paso adelante.

Pero hacer bien tu trabajo en un país polarizado, donde los medios muchas veces eligen bando antes que verdad, tiene un coste.

Lo que debería haber sido aplaudido como un ejemplo de periodismo crítico, se convirtió en una excusa para señalar, atacar y manipular.

Mientras tanto, figuras como Ana Pastor o Vicente Vallés son acusados de tragar bulos sin cuestionarlos durante debates clave, pero curiosamente no sufren la misma campaña de desprestigio.

¿Por qué será?

Silvia Intxaurrondo ha demostrado que el periodismo honesto todavía tiene cabida, aunque incomode.

Su postura, lejos de ideologías extremas, se fundamenta en datos, hechos y coherencia.

Y eso, para algunos, parece ser demasiado peligroso.

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Porque cuando una periodista con proyección nacional se atreve a poner en evidencia a un candidato a la presidencia, se convierte automáticamente en un objetivo.

La pregunta ahora es: ¿El Mundo rectificará? ¿OK Diario admitirá su error? Lo más probable es que no.

Porque en la lógica del titular rápido y el bulo rentable, la verdad siempre llega tarde.

Pero para quienes aún valoran el periodismo real, el mensaje de Silvia ha sido claro: no se calla, no se vende, y no está dispuesta a dejar que las mentiras se conviertan en norma.

Y eso, en los tiempos que corren, vale más que cualquier contrato millonario.