😱 Sofía Cristo CONFIESA su infierno con las drogas y revela el oscuro secreto que su madre, Bárbara Rey, quiso enterrar

Sofía Cristo ha roto su silencio con una fuerza que ha dejado helados a todos los seguidores del mundo del corazón.

La hija de la mítica Bárbara Rey ha revelado detalles escalofriantes de una vida marcada por la adicción, los conflictos familiares y un secreto que durante años estuvo oculto entre las sombras de su famosa familia.

A sus 12 años de sobriedad, Sofía se ha convertido en un símbolo de lucha y superación, pero el camino hasta este punto ha sido un verdadero descenso a los infiernos.

Desde muy joven, la vida de Sofía estuvo envuelta en el glamour y la exposición mediática.

Sin embargo, lejos de ser un cuento de hadas, su infancia y adolescencia se convirtieron en una travesía caótica y peligrosa.

A los 15 años comenzó a consumir drogas, lo que rápidamente se convirtió en una espiral de autodestrucción.

En una entrevista con “Deluxe”, confesó sin rodeos: “Soy adicta a las drogas”.

Una frase que marcaría el inicio de un calvario personal que la arrastró hasta el borde de la muerte.

Durante más de una década vivió una doble vida.

De día, la figura mediática, DJ y productora musical.

De noche, una existencia dominada por el consumo, la mentira y la soledad.

“Puedes hacer una doble vida consumiendo y nadie se entera”, declaró recientemente, dejando al descubierto cómo el mundo de las adicciones se camufla en la rutina hasta que la realidad explota.

Uno de los elementos más oscuros de esta historia fue la figura de su padre.

Sofía admitió que compartió consumo con él, revelando que su entorno familiar fue un factor decisivo en su caída.

La toxicidad del ambiente fue como gasolina en el fuego.

Mientras tanto, su madre, Bárbara Rey, no comprendía la magnitud del problema.

Al descubrirlo, quedó devastada, pero Sofía insiste en que no hay un solo culpable: la adicción es una red compleja de causas y consecuencias.

El momento decisivo llegó en 2013, cuando ingresó en una clínica de desintoxicación.

“Me miraba al espejo y no sabía quién era”, recordó, describiendo con horror la pérdida de identidad que sufrió.

La terapia fue dura, desgarradora, pero también liberadora.

Desde entonces, su vida cambió por completo.

Hoy trabaja como interventora, ayudando a otros a salir del infierno que ella misma conoció tan bien.

Pero a pesar de su éxito y estabilidad, admite que la recuperación es un proceso constante.

“A veces pienso en consumir, pero sé que no puedo”, confesó, mostrando una sinceridad brutal sobre la fragilidad de su situación.

Pero lo que ha sacudido por completo a la audiencia es lo que ha contado sobre su familia.

Sofía se ha visto envuelta en una guerra silenciosa entre su hermano Ángel Cristo y su madre, un conflicto que ella ha presenciado de cerca y que ha tensado aún más una relación ya complicada.

A pesar de ello, su enfoque está claro: proteger su estabilidad emocional y seguir ayudando a los demás.

En medio de toda esta tormenta, ha salido a la luz un secreto que hasta ahora se había mantenido oculto: el papel silencioso de Bárbara Rey durante los peores años de su hija.

Aunque hoy la apoya y mantiene una relación mucho más cercana con ella, hubo un tiempo en que Bárbara no quería ver.

“Siempre me ha apoyado, incluso cuando no entendía mi situación”, reveló Sofía, sugiriendo que hubo momentos en que su madre prefirió mirar hacia otro lado.

Esta confesión ha generado un enorme revuelo en los medios, ya que pone en duda la imagen pública de Bárbara Rey como madre protectora y figura fuerte del espectáculo.

Sofía también ha criticado duramente los estereotipos que rodean a los adictos.

“Nos ven como libertinos”, sentenció, exigiendo más empatía y comprensión para quienes luchan contra una enfermedad real y devastadora.

Su testimonio no solo rompe tabúes, sino que también humaniza una lucha que afecta a miles de personas en silencio.

Hoy, Sofía Cristo vive con conciencia plena.

No olvida su pasado, no lo borra ni lo niega.

“No me arrepiento de nada”, afirma con determinación, sabiendo que cada caída fue parte de su camino hacia la luz.

Ha transformado el dolor en propósito, la adicción en enseñanza, y el silencio en voz.

Y mientras algunos siguen juzgando, Sofía demuestra con cada palabra que su historia no es una tragedia… sino una victoria.

Porque sobrevivir no fue suficiente: ella eligió sanar, y ahora, ayudar.

Pero no olvidemos: detrás de esa sonrisa reconstruida, hay cicatrices que todavía arden.

Y un secreto familiar que, por más que se intente ocultar, ya ha sido revelado al mundo.