🔥 Sr. Liberal, bots, bulos y odio racial: una red de manipulación EXPUESTA en directo

Paz Padilla se saca el título de coach

En una era donde el anonimato en redes se usa como escudo para difundir odio y desinformación, las identidades detrás de dos cuentas emblemáticas —Sr.

Liberal y Muy Mona— han salido a la luz dejando al descubierto algo más que simples opiniones extremas: una estructura coordinada de manipulación masiva, propagación de bulos y ataques

sistemáticos contra figuras políticas, inmigrantes y medios de comunicación.

Todo estalló cuando Jesús Santorio, alias Sr.Liberal, con más de 100.000 seguidores, apareció en una entrevista reconociendo públicamente ser el rostro detrás de la cuenta tras años de negarlo

incluso legalmente.

Su confesión llegó después de que el medio Diario Red y Román Cuesta revelaran con pruebas contundentes su identidad, la cual él mismo intentó desacreditar pidiendo rectificaciones.

Pero ahí no quedó todo.

Admitió también tener una relación cercana con otra cuenta polémica, Capitán Bitcoin, que tras ser “doxeado”, cerró su cuenta en plena tormenta digital.

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La gravedad de la situación no radica solo en sus mensajes ofensivos o su ideología extremista, sino en el hecho de que Sr.Liberal utilizó esa plataforma para lanzar campañas organizadas contra

personas de izquierda, periodistas, activistas y usuarios comunes que criticaban a partidos como VOX o el accionar del

gobierno israelí en Gaza.

Muchos de sus objetivos eran cuentas anónimas que él mismo desenmascaraba públicamente, exponiéndolos al escarnio y al acoso masivo.

En paralelo, Muy Mona —una cuenta que se autoproclamaba “Capitana España” y difundía mensajes xenófobos y racistas— fue también revelada como una mujer de origen magrebí.

El dato explotó en redes por la contradicción brutal entre sus orígenes y los mensajes de odio que ella misma lanzaba contra su comunidad.

Entre los mensajes difundidos había burlas hacia inmigrantes, insinuaciones falsas sobre ayudas públicas, ataques machistas y hasta incitación al odio religioso.

Lo más aterrador de todo es cómo estas cuentas operaban en una red sistemática de desinformación: compartían los mismos mensajes al mismo tiempo, amplificados por bots y cuentas

“verificadas” afines a la ultraderecha.

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Cuentas como Capitán Bitcoin, Infoblogger o medios como La Gaceta —vinculados a Vox— replicaban sus contenidos de forma sincronizada, aumentando el alcance de mentiras virales como la

supuesta inversión de 45.000 millones de euros del gobierno de Sánchez en Marruecos (cuando en realidad eran fondos del propio Estado marroquí para los cuales España aspiraba a participar

con empresas nacionales).

Otro elemento escalofriante fue la manera en que Sr. Liberal dirigía sus ataques contra usuarios que criticaban los crímenes cometidos en Gaza, llegando incluso a compartir información con

ACOM, un grupo sionista español.

En más de una ocasión etiquetó a la embajada de Israel o difundió nombres completos de personas acusándolas de “antisemitas” por cuestionar las acciones militares.

Este patrón no es casual: forma parte de un engranaje ideológico y político que busca silenciar, intimidar y destruir reputaciones bajo la fachada de “libertad de expresión”.

La situación llegó tan lejos que incluso Iker Jiménez anunció que abordará el tema en su programa “Horizonte”, tras recibir cientos de mensajes pidiendo que se analice esta guerra digital.

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Y es que mientras la ultraderecha se escandaliza por haber sido expuesta, olvida —convenientemente— que sus figuras se dedicaban diariamente a hacer exactamente eso: acosar, señalar, difundir

bulos y poner en riesgo a personas con sus campañas de odio.

Hablar de “doxo ético”, como llegó a declarar Sr.

Liberal, es una broma de mal gusto cuando los datos personales y familiares de decenas de personas fueron expuestos con total impunidad.

El caso también pone sobre la mesa la preocupación por la pasividad de las plataformas digitales ante estas dinámicas.

Twitter/X se ha convertido en un campo de batalla donde las estructuras de bots y cuentas anónimas siguen operando sin freno, mientras difunden campañas contra inmigrantes, feministas,

periodistas, políticos y defensores de derechos humanos.

La respuesta del Estado y de las plataformas sigue siendo insuficiente, dejando a las víctimas sin herramientas claras para defenderse.

Paz Padilla - Vertele

Todo esto sucede mientras Vox y su entorno digital defienden con uñas y dientes a los dos protagonistas, asegurando que son simples “ciudadanos honestos” ejerciendo su derecho a la opinión.

La ironía es cruel: los mismos que usaban el anonimato para atacar, ahora exigen privacidad, respeto y justicia cuando se revela quiénes son realmente.

Y el ciclo se repite: primero lanzan el odio, luego se hacen las víctimas.

La revelación de estas identidades no solo es un triunfo contra la impunidad, sino una llamada urgente a reflexionar sobre la desinformación como arma política y social.

No se trata de censurar opiniones, sino de exigir responsabilidad ante el daño causado.

La libertad de expresión no puede ser excusa para destruir vidas con mentiras.

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El viernes, muchos esperan el programa de Iker Jiménez como una arena mediática donde se enfrenten las versiones.

Se habla de la posible participación de Muy Mona y Infoblogger, pero ¿estará también Román Cuesta para responder con hechos a tanta manipulación?

Mientras tanto, la verdad ya ha salido a la luz.

Y con ella, la certeza de que en esta guerra digital, el odio se disfraza de opinión y la impunidad de valentía.

Pero tarde o temprano, la verdad siempre encuentra su altavoz.