⚡ Escándalo en el funeral: Tamara acusa a Ortega Cano y familia de ignorar a la hija de Michu

La noticia cayó como una bomba en la mañana del lunes: Michu, madre de la única hija de José Fernando Ortega y expareja del hijo de Rocío Jurado, fallecía a los 33 años víctima de varios infartos.

Aunque arrastraba una enfermedad cardíaca congénita desde hacía años y esperaba un trasplante, nada hacía presagiar que la muerte le alcanzaría de forma tan repentina.

Ese día, Michu había hecho las maletas para viajar a Marbella y se acababa de duchar cuando empezó a sentirse mal.

Poco después, su hija pequeña, con tan solo 8 años, tuvo que pedir ayuda a un adulto.

La tragedia ya era imparable.

El relato de los últimos momentos de Michu es sobrecogedor.

Marta López, en el programa Vamos a ver, explicó que a la joven le fallaba un stent y estaba pendiente de que le cambiaran el marcapasos.

Tamara, su hermana, no tardó en conectar en directo con el programa TardeAR para romper el silencio familiar y lanzar una acusación sin precedentes.

“Las cosas con los Ortega están regular, se han ido y lo suyo es que estuvieran más tiempo, sobre todo por la niña.

Veo la cosa muy distante en el tanatorio.

Cada uno por su lado.

No ha habido ningún acercamiento”, afirmó con un nudo en la garganta.

La hermana de la fallecida no solo lamentó la falta de apoyo por parte de José Fernando y su familia, sino que también aseguró que la distancia emocional que mostraron durante el velatorio fue evidente y

dolorosa.

“Estamos mal, cada vez se la echa más de menos.

Mi madre está mal, mal.

Se viene abajo.

Va a ratos, pero está mal”, confesó entre lágrimas.

El drama emocional que atraviesa la familia materna de la niña se intensifica por la sensación de abandono y frialdad que, según Tamara, ha mostrado la otra parte.

Pero lo más estremecedor fue su relato de los hechos.

Tamara estuvo con Michu una hora antes de su muerte.

La vio mal, con síntomas distintos a los habituales.

La joven fue al médico y, al día siguiente, sucedió lo impensable.

“Nos han dicho que se quedó inconsciente y que la intentaron reanimar.

Fueron tres infartos.

Todo sucedió sobre las 11.

Tenía un marcapasos y hace un mes dijo que no funcionaba”, relató visiblemente afectada.

El momento exacto en que Tamara fue informada es demoledor.

“Me avisó la camarera que vive debajo de la casa de mi hermana, que es amiga de mi infancia.

Fui corriendo y la vi allí tirada en el suelo mientras la estaban reanimando.

Me quedé en shock”.

Su testimonio puso los pelos de punta a todos los presentes.

Sin embargo, lo más impactante no fueron los detalles médicos ni la tristeza del momento, sino las cargas explosivas contra la familia Ortega.

Tamara aseguró que ya tienen decidido quién se hará cargo de la pequeña Rocío, una decisión que contradice directamente las últimas voluntades de Michu.

Mientras la fallecida deseaba que su hija quedara bajo el cuidado de su abuelo paterno, José Ortega Cano, la familia materna ya ha trazado otro plan: “Entre semana la niña estará conmigo y los fines de semana

con mi madre”, explicó.

Una revelación que ha levantado ampollas.

No han pasado ni 24 horas desde el entierro y ya hay una brecha abierta entre ambas familias.

Según Tamara, la cercanía con la niña, que siempre ha estado más tiempo con ella, justifica esta decisión.

“El roce más cercano soy yo”, sentenció.

Pero esta afirmación contradice los deseos expresos de Michu, quien habría confiado en que Ortega Cano cuidara de su nieta en caso de que ella faltara.

Y aunque la tensión era palpable en el programa, el presentador Frank Blanco optó por cortar la entrevista en seco.

“No es el momento”, sentenció, pero no sin antes invitar a Tamara al plató este viernes 11 de julio para que pueda explayarse con más calma y contar todo lo que quiera sobre la familia Ortega.

Una invitación que promete un estallido mediático aún mayor.

Lo que está claro es que la familia Ortega ha optado por el silencio.

Ni José Fernando, ni Gloria Camila, ni el propio Ortega Cano han hecho declaraciones públicas tras el fallecimiento.

Su ausencia prolongada en el tanatorio, tal y como denunció Tamara, y su falta de contacto emocional con la niña han abierto un nuevo capítulo de polémica en una saga familiar acostumbrada al escándalo.

Esta situación es especialmente grave teniendo en cuenta el delicado estado de salud mental de José Fernando, quien sigue bajo tutela legal y no puede asumir la custodia de su hija.

A ello se suma el conflicto abierto con la familia materna, que ha decidido tomar el control.

Mientras tanto, la pequeña Rocío se convierte en el epicentro involuntario de una batalla familiar que, de no resolverse pronto, puede escalar judicialmente.

La voluntad de Michu ha sido ignorada.

La custodia ha sido asignada extraoficialmente.

Y las heridas entre ambas familias parecen más abiertas que nunca.

El funeral de Michu, lejos de unir, ha expuesto con crudeza el distanciamiento, los reproches y el dolor contenido entre dos mundos que ya no se reconocen.

Tamara ha prometido contar más.

Y si lo que ha dicho en solo unos minutos ha dejado en shock a todos, lo que viene podría ser aún más demoledor.

Porque lo que hay detrás de esta tragedia no es solo la pérdida de una madre joven, sino la lucha por el destino de una niña… en medio del silencio de unos y los gritos contenidos de otros.