🚨Tensión máxima en Espejo Público: Gonzalo Miró DESENTIERRA el pasado más oscuro de Feijóo con Marcial Dorado ⚠️

Gonzalo Miró sentencia las lecciones de Feijóo con la corrupción: "No puede  ser el PP quien dé lecciones"

El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, acudía a Espejo Público con una estrategia clara: proyectar autoridad, anunciar su nueva cúpula de confianza y posicionarse como alternativa ética frente a un

gobierno golpeado por escándalos.

Pero lo que ni su equipo ni el propio plató de Antena 3 esperaban era que alguien, desde dentro, rompiera el guion con una de las frases más incómodas que se hayan escuchado en televisión nacional en los

últimos años.

Gonzalo Miró, sin levantar la voz ni buscar espectáculo, soltó: “Este tipo se iba de vacaciones con un narcotraficante”.

Y el silencio que siguió fue más atronador que cualquier grito.

El contexto era perfecto para la polémica.

Feijóo acababa de confirmar los nombramientos de Miguel Tellado y Ester Muñoz, dos figuras de línea dura que apuntan a una oposición sin concesiones.

Y justo después, en la tertulia posterior a la entrevista, Gonzalo Miró decidió cuestionar la autoridad moral con la que el líder del PP hablaba de regeneración democrática.

Recordó las imágenes, ya conocidas pero a menudo ignoradas, que muestran a Feijóo compartiendo tiempo libre, en yates y viajes, con Marcial Dorado, un contrabandista gallego que más tarde fue condenado por

narcotráfico.

Espejo Público', en silencio absoluto: Gonzalo Miró lo ha confesado y es un  problema

La reacción fue inmediata.

Susana Griso, visiblemente incómoda, intentó matizar: “En ese momento era solo contrabandista”, como si eso rebajara la gravedad del vínculo.

Pero Miró no se movió un centímetro: “Da igual.

Lo importante es que jamás ha dado explicaciones claras.

¿Cómo puede ahora dar lecciones de ética cuando nunca ha rendido cuentas por su propio pasado?”.

Y con esa afirmación, puso sobre la mesa un debate que muchos evitan por conveniencia: la doble vara de medir en política.

Rubén Amón intentó desviar el foco hacia el caso Coldo, sugiriendo que Pedro Sánchez debería someterse a una cuestión de confianza.

Pero la intervención de Miró no era una defensa del PSOE, era una acusación directa al cinismo del discurso popular: “No podemos permitir que se hable de corrupción con superioridad moral desde un partido

que ha callado durante años su propia historia turbia”.

El clímax llegó cuando reiteró que “la regeneración no se construye a base de olvido” y que normalizar las amistades peligrosas en política es una forma de complicidad.

La incomodidad se apoderó del plató.

Griso optó por cortar la conversación y pasar rápidamente a otro tema.

Pero el daño ya estaba hecho.

Susanna Griso para los pies en directo a Gonzalo Miró por sus acusaciones a  Feijóo: “Cuando él se iba...” - AS.com

O, mejor dicho, la verdad ya había salido al aire.

Y las redes sociales hicieron el resto.

El fragmento de vídeo con la frase de Miró se viralizó en minutos, acompañado de imágenes antiguas de Feijóo con Dorado, titulares de archivo y comentarios de usuarios que, por fin, sentían que alguien decía en

voz alta lo que muchos piensan en silencio.

La intervención fue valiosa no solo por el contenido, sino por el espacio en el que se produjo.

Espejo Público ha sido acusado en múltiples ocasiones de ofrecer una cobertura blanda al Partido Popular.

Que Gonzalo Miró rompiera esa narrativa desde dentro fue interpretado como un acto de valentía mediática.

No hubo gritos, no hubo insultos.

Solo una verdad incómoda que, como toda verdad silenciada, dolió más al ser dicha en voz alta.

Lo más revelador fue la reacción del entorno.

En lugar de debatir el fondo del asunto, algunos intentaron desacreditar a Miró, acusándolo de desviar el foco, de hacerle el trabajo sucio al gobierno o de recurrir a ataques personales.

Pero esas críticas pasaron por alto lo esencial: no se inventó nada.

Gonzalo Miró en Espejo Público

Todo lo que dijo está documentado.

Lo que hizo fue recordar.

Y en un país con memoria corta, ese gesto, aunque simple, es profundamente político.

La pregunta que queda flotando es incómoda pero inevitable: ¿por qué nadie en los grandes medios cuestiona a Feijóo sobre este pasado? ¿Por qué los líderes políticos pueden hablar de ética pública sin rendir

cuentas por sus propios errores? La respuesta, aunque dolorosa, es clara: en muchos platós, hay temas que no se tocan.

Hasta que alguien se atreve.

Y cuando eso ocurre, el impacto es brutal.

Porque más allá del ruido, la intervención de Gonzalo Miró dejó una lección que pocos quisieron reconocer: la coherencia política no se hereda, se demuestra.

Y no se puede construir autoridad moral sobre silencios selectivos.

La regeneración no consiste en cambiar nombres, sino en asumir errores.

Y si un político no puede explicar por qué se fotografió en un yate con un contrabandista, quizá no sea la persona adecuada para dar lecciones de integridad.

Ese fue el verdadero mensaje de Miró.

Y por eso dolió tanto.

Gonzalo Miró escucha estas palabras de Feijóo y no tarda ni medio segundo  en saltar

Porque no solo apuntó al líder del PP, sino también a los medios que eligen callar.

A los periodistas que esquivan preguntas incómodas.

A los tertulianos que prefieren repetir guiones que arriesgarse a pensar.

Porque recordar es incómodo, pero necesario.

Y, como quedó demostrado, la televisión aún puede ser un espacio de verdad… si alguien se atreve a hablar.

Así que no, lo de Gonzalo Miró no fue una simple provocación.

Fue un acto de resistencia.

En directo.

Frente a millones.

Y sin miedo.

En una España donde la política parece cada vez más teatro, ese momento fue de realidad.

Cruda, tensa y profundamente necesaria.