🧨 Vito Quiles desinformando otra vez: Mónica García lo DESMONTA en directo y lo deja en evidencia total 📉
Era un día más en la guerra mediática de las mañanas.
El plató, como siempre, dispuesto a repetir narrativas prefabricadas, desviar responsabilidades y azuzar el miedo.
En ese contexto apareció Vito Quiles, el pseudoperiodista que ha hecho de la desinformación una estrategia profesional.
Esta vez, con un objetivo claro: exculpar a Isabel Díaz Ayuso por la gestión de las residencias durante la pandemia y lanzar la culpa sobre Salvador Illa, entonces ministro de Sanidad.
Pero lo que pensó que sería otro discurso más sin respuesta encontró un muro inesperado.
Mónica García, ministra de Sanidad, le esperaba con los datos afilados como bisturí.
Todo comenzó cuando Quiles, con su tono provocador, intentó insinuar que fue el Gobierno de España quien prohibió el traslado de mayores a hospitales durante los momentos más críticos de la pandemia.
Una afirmación grave, carente de fundamento, y peor aún, fácil de desmontar si uno se toma el mínimo esfuerzo de informarse.
Pero eso, como ha quedado demostrado, no es precisamente lo que caracteriza al personaje.
Mónica García no dejó pasar ni medio segundo.
Lo primero fue poner contexto: los protocolos a los que se refería Quiles no solo no fueron impuestos por el Ministerio de Sanidad, sino que fueron redactados, firmados y aplicados directamente por la Comunidad
de Madrid.
No existieron en ninguna otra región de España ni mucho menos en Europa.
Solo en Madrid se creó un protocolo por escrito que impedía a ancianos ser trasladados a hospitales.
Ni siquiera atención médica básica en sus residencias.
Fue una exclusión sistemática, documentada y ejecutada.
Pero García no se detuvo ahí.
Le recordó, sin levantar la voz, que esos documentos no eran teorías, eran borradores oficiales, firmados por autoridades de la Comunidad de Madrid.
Cuatro versiones, todas con el mismo propósito: negar el auxilio sanitario a miles de mayores.
Quiles intentó balbucear otra evasiva, pero ya era tarde.
Mónica le desmontó con una frase brutal: “¿De verdad quiere defender que los 791 fallecidos en esas condiciones indignas no tienen responsables?”.
En ese momento, el silencio del plató fue ensordecedor.
La imagen de Quiles, normalmente tan altivo, se desmoronaba en directo.
No tenía más argumento que su intento de manipulación, y no era suficiente.
García le recordó que antes de decretarse el estado de alarma, ya existían movimientos dentro del gobierno de Ayuso para limitar el acceso sanitario a los mayores.
No fue una reacción improvisada, fue una decisión política.
Y sus consecuencias fueron devastadoras.
Lo más indignante del intento de manipulación de Quiles fue el uso del dolor ajeno para alimentar una narrativa política.
Tratar de borrar los hechos con bulos es una táctica vieja, pero efectiva entre quienes no contrastan.
Sin embargo, cuando se enfrenta a alguien que sí ha leído los documentos, que sí ha vivido la situación desde dentro, como médica y ahora ministra, la mentira no aguanta ni medio asalto.
Eso fue lo que ocurrió aquí.
Y no fue el único intento de desinformación que circuló esa semana.
Desde el programa de Ana Rosa Quintana se lanzó otro bulo grotesco: que los asesores del Gobierno cobraban 160.
000 millones de euros.
Una cifra que, en términos simples, es tan absurda que implicaría que cada asesor gana más que el presupuesto total del sistema sanitario.
Algo que, evidentemente, no resiste ni el más mínimo análisis.
Pero eso no detuvo a ciertos medios.
El objetivo no es informar, es sembrar desconfianza, generar ruido y alimentar el odio hacia el adversario político.
Por eso, lo que ocurrió con Vito Quiles no es un hecho aislado.
Es parte de una estrategia sistemática de intoxicación mediática.
Pero en este caso, la mentira se topó con una pared.
Mónica García se mantuvo firme, no cayó en provocaciones y desmontó cada argumento con datos contrastados.
Dejó en evidencia que lo que ocurrió en las residencias de Madrid fue una tragedia evitable, gestionada con decisiones políticas que negaron el derecho básico a la atención médica.
Y nadie, por más que grite o insista, podrá borrar eso con un bulo.
En paralelo, mientras se desmontaban mentiras sobre sanidad, otros intentaban manipular la percepción del problema de la vivienda.
Nacho Abat, desde su tribuna televisiva, insistía en hablar de “inquilinos okupas” como si fueran una plaga, cuando en realidad representan un 0,05% de los casos de vivienda.
Fue Javier Gallego quien tuvo que recordarle que el verdadero problema no son las ocupaciones, sino los 70 desahucios diarios, los precios desorbitados y la falta de control sobre los alquileres turísticos.
El problema no son familias vulnerables que no pueden pagar, el problema son los especuladores y fondos de inversión que controlan el mercado.
Todo esto configura un panorama preocupante.
Los medios se han convertido en plataformas de desinformación donde periodistas sin escrúpulos intentan manipular a la opinión pública.
El caso de Quiles es solo la punta del iceberg.
Porque cuando se permite que alguien lance una acusación tan grave sin pruebas, y sin consecuencias, el mensaje es claro: se puede mentir sin pagar precio.
Afortunadamente, no todo está perdido.
Cuando hay periodistas y responsables políticos que no se dejan arrastrar por el espectáculo, que enfrentan la mentira con pruebas y que están dispuestos a incomodar si eso implica defender la verdad, aún queda
esperanza.
La intervención de Mónica García fue un ejemplo de cómo se debe responder al bulo: con serenidad, con claridad y con evidencia.
Porque en tiempos donde el ruido lo invade todo, la verdad necesita ser dicha con fuerza.
Lo que intentó hacer Vito Quiles fue reescribir la historia, pero se encontró con alguien que no lo permitió.
Y lo que ocurrió en ese plató fue mucho más que una corrección en directo: fue una humillación política, ética y profesional.
Y, sobre todo, una advertencia a todos los que piensan que repetir una mentira mil veces hará que se convierta en verdad.
Esta vez no coló.
Y ojalá no vuelva a colar nunca más.
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