A sus 75 años, Wilfrido Vargas rompe su silencio sobre Rubby Pérez y su orquesta

La historia del merengue no puede contarse sin mencionar a Wilfrido Vargas.

A sus 75 años, el legendario músico dominicano ha decidido romper el silencio y compartir detalles nunca antes revelados sobre su emblemática

orquesta y los talentos que pasaron por ella.

En un emotivo testimonio, Vargas no solo rinde homenaje a figuras clave de su carrera, sino que también habla con franqueza de los conflictos,

traiciones y momentos inolvidables que marcaron la evolución del género.

Uno de los nombres que más resaltó en sus declaraciones fue el de Rubby Pérez.

Conocido por su voz potente y presencia arrolladora en el escenario, Rubby dejó una huella imborrable en el merengue.

Wilfrido recordó el impacto inmediato que causó Rubby desde su primer ensayo, describiéndolo como “un volcán sobre la tarima”.

Sin embargo, a pesar del éxito rotundo que tuvo con la canción Volveré, la relación entre ambos no terminó en buenos términos.

Un malentendido creativo durante un momento delicado llevó a Wilfrido a sacarlo del grupo, una decisión que él mismo admite haber tomado en caliente.

Años después, escuchando la versión final del tema, entendió que habían creado oro, pero ya era tarde: Rubby había sido firmado por otro sello y su

carrera como solista despegó con fuerza.

Las confesiones de Wilfrido también recorrieron las trayectorias de otras voces importantes que pasaron por su orquesta.

Nombres como Sandy Reyes, Eddie Herrera, y Peter Cruz fueron mencionados con nostalgia y admiración.

Cada uno de ellos aportó algo único al sonido y estilo que hicieron famoso al grupo.

Wilfrido habló de cómo algunos de estos talentos llegaron a él por casualidad o recomendaciones, pero todos dejaron una marca imborrable.

También reveló los retos de liderar una agrupación tan variada y dinámica, comparando su método de trabajo con una escuela militar donde la

disciplina y el compromiso eran fundamentales.

El testimonio también estuvo cargado de momentos emotivos, como la historia de Leo Díaz.

Este cantante venezolano fue una de las voces más poderosas de la orquesta en los años 80.

Wilfrido lo apoyó incluso cuando decidió lanzarse como solista, pero la vida le dio un giro inesperado cuando en 1998 fue baleado frente a su casa.

Aunque nunca se confirmó del todo, se rumoró que su salida del medio artístico tuvo que ver con presuntos vínculos con la DEA.

Años más tarde, Wilfrido lo vio volver a cantar junto a su hijo en una presentación que lo conmovió profundamente.

“Me aguanté las lágrimas”, confesó.

Otro momento revelador fue cuando Vargas habló de la tensión y las rivalidades internas dentro del grupo.

Admitió haber usado estrategias inspiradas en el maquiavelismo para mantener el control y la competencia sana entre los integrantes.

Rivalidades como la de Sandy Reyes con Vicente Pacheco salieron a la luz, mostrando que, aunque el talento abundaba, el ego también jugaba su papel.

Vargas supo convertir ese caos en música, y gracias a eso surgieron algunos de los temas más emblemáticos del merengue.

El maestro también compartió historias de traición, como la de Vicente Pacheco, a quien apostó desde muy joven.

Según Wilfrido, Vicente tenía un filo en la voz que partía el merengue en dos.

Pero todo se desmoronó cuando surgieron problemas con los pagos.

Vicente se sintió traicionado, y aunque Wilfrido asegura que nunca recibió dinero por muchas de sus grabaciones, reconoce que el dolor de esa ruptura aún persiste.

“Él era como un hermano”, dijo con tristeza.

Finalmente, el recorrido incluyó a otros nombres como Jin Chambers, Jorge Gómez, Charlie Espinal, y Roy Tábare.

Todos ellos dejaron su huella en la historia de la orquesta.

Algunos, como Jorge, sacrificaron su familia por estar en la música.

Otros, como Roy, vieron sus sueños truncados por conflictos internos y decisiones erradas.

Y unos cuantos, como Orlando Alfonso Colón, siguieron brillando por su cuenta, llevando el legado del merengue a nuevas generaciones.

Wilfrido Vargas, con honestidad y emoción, ha abierto el baúl de los recuerdos, dándonos un vistazo íntimo a las luces y sombras de una era dorada del merengue.