🎬“Wyoming DESTROZA a Mazón en Directo: ‘Mentiroso Compulsivo’ y el Escándalo Que Podría Costarle el Cargo”⚡💥

Televisión | El zasca de Wyoming a Ayuso: "Es una cacería porque le cazamos  una mentira tras otra"

En el epicentro del desastre no solo hubo agua.

Hubo silencio, hubo descoordinación, y hubo un presidente que —según informes y testimonios— bloqueó la activación de alertas críticas hasta que fue demasiado tarde.

El día de la Dana, cuando más de 200 litros por metro cuadrado caían sobre la Comunidad Valenciana y la presa de Forata amenazaba con colapsar, los técnicos de emergencias suplicaban que se lanzara una

alerta masiva.

Su frase fue brutal: “¡Mandad la alerta de una vez!”.

Pero esa alerta no llegó hasta una hora y diez minutos después.

¿La razón? Según varios testigos, se esperó a que Mazón llegara al centro de coordinación.

Radio Televisión Española ha confirmado que la Consellería de Emergencias no actuó hasta tener el visto bueno del presidente.

Mientras tanto, los técnicos de AEMET y el 112 insistían en que había que avisar a la población inmediatamente, pero la ex consellera Salomé Pradas —que entraba y salía del despacho para hablar por teléfono— lo

retrasó.

¿Con quién hablaba? Con Mazón.

Y eso lo cambia todo.

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La cadena de mando no falló.

Fue bloqueada desde arriba.

Pero lo más indignante no es solo el retraso.

Es la manipulación posterior de los audios.

En lugar de asumir responsabilidades, el gobierno de Mazón —con la ayuda de programas como el de Ana Rosa Quintana— difundió grabaciones sesgadas para justificar su inacción.

La propia AEMET ha anunciado que tomará medidas legales por la manipulación de llamadas oficiales, señalando directamente a la Generalitat por el uso político y fraudulento de comunicaciones técnicas.

Y mientras todo esto se confirmaba, mientras los testimonios crecían, mientras se revelaba que la alerta pudo salvar vidas pero fue frenada por el propio gobierno, Carlos Mazón se reía en el parlamento.

Cuando Joan Baldoví, visiblemente afectado, le preguntó si no creía que debía dimitir tras semejante desastre, Mazón respondió con una carcajada.

Ni una palabra de arrepentimiento.

Ni una disculpa.

Solo una risa que resonó como un golpe en la cara de los afectados.

Esa risa fue la gota que colmó el vaso.

Y Wyoming no se quedó callado.

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Desde El Intermedio, lo dijo sin filtros: “Mentiroso compulsivo”.

Palabra por palabra, desmontó el relato del PP, exhibió la cronología de los hechos, la inacción, el retraso, y sobre todo la cobardía de un líder que prefirió proteger su imagen antes que proteger vidas humanas.

Con ironía devastadora, Wyoming ridiculizó que Mazón se encerrara cinco horas en un restaurante mientras la región se inundaba.

“No puedo creer que su guion sea tan malo, y aún menos que siga en el cargo como si nada”, sentenció el presentador.

Y no es solo Wyoming.

La juez que investiga el caso en Catarroja ha dejado claro que las muertes podrían haberse evitado si se hubiera lanzado la alerta a tiempo.

Pero a día de hoy, Carlos Mazón sigue en su puesto, protegido por Vox y blindado por un sistema mediático que cubre sus espaldas a toda costa.

La votación para exigir su dimisión fue bloqueada por la ultraderecha, mientras el resto del parlamento le calificaba de “yonki de la mentira”.

¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Cómo puede un político seguir en el cargo después de un desastre gestionado con tanta negligencia y luego cubierto con tanta desvergüenza? La respuesta está en el poder: el

poder mediático que maquilla los errores, el poder judicial que camina lento, y el poder político que prioriza el cálculo electoral por encima de la vida humana.

Y sin embargo, la verdad se abre paso.

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A través de filtraciones, de periodistas comprometidos, de espacios como El Intermedio o de voces como Wyoming, que aún se atreven a decir lo que muchos callan: que Mazón mintió, que retrasó la alerta, que

manipuló audios, y que debería haber dimitido hace tiempo.

Porque la gestión de la Dana no fue un fallo técnico, fue una negligencia política de proporciones criminales.

Pero aquí estamos, un mes más tarde, y Mazón no solo no dimite, sino que se permite reírse, negar y burlarse de las consecuencias.

El escándalo de la Dana ya no es solo meteorológico, es ético.

Es una advertencia brutal sobre cómo la mentira, si se repite lo suficiente, se convierte en política de Estado.

Y sobre cómo algunos, como Carlos Mazón, creen que las vidas humanas son simplemente daños colaterales en su carrera por el poder.

Y la pregunta sigue ahí: ¿Cuánto más estamos dispuestos a tolerar? Porque si el precio de mantener a Mazón en el cargo es ignorar la muerte, la mentira y la manipulación, entonces estamos aceptando que la

verdad en este país ya no tiene valor.

Wyoming lo ha dicho sin tapujos.

Ahora, nos toca a nosotros decidir si seguimos normalizando lo inaceptable… o si mandamos, por fin, la alerta que este país necesita.