La Traición de Bolaños: ¿El Fin de Begoña Gómez en el Gobierno?

Lo que parecía impensable ha ocurrido a plena luz del día y frente a las cámaras. Félix Bolaños, ministro de la Presidencia y mano derecha de Pedro Sánchez, ha marcado un antes y un después en el escándalo que rodea a Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno.

En una comparecencia pública sin rodeos ni atenuantes, Bolaños deslizó una declaración que ha dejado a todos en shock.

El gobierno no puede responsabilizarse de decisiones individuales de personas sin cargo público que pudieran haber incurrido en prácticas contrarias a la ley.

Con esa frase, aparentemente técnica y neutra, Bolaños ha dado la espalda a quien hasta hace poco era intocable en el entorno de Moncloa.

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Sin mencionar directamente a Begoña Gómez, la alusión fue inequívoca y dejó claro que el ejecutivo no respaldará jurídicamente a la esposa del presidente ante la investigación judicial abierta por presuntas irregularidades en contratos vinculados a proyectos y fundaciones con las que colaboró.

La reacción fue inmediata.

El gesto fue tan frío como calculado; a ojos de muchos analistas, se trató de una ejecución política seca, sin escrúpulos ni defensa institucional.

Lo más impactante no fue solo lo que Bolaños dijo, sino lo que no dijo.

En ningún momento defendió la inocencia de Begoña Gómez ni expresó solidaridad.

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Solo expulsó la separación entre su figura y el gobierno, como si estuviera leyendo una nota interna.

Horas después, la situación empeoró.

Un informe técnico, supuestamente procedente del Ministerio de la Presidencia, señalaba irregularidades en varias fundaciones asociadas a actividades de Begoña Gómez.

El documento, cuya firma también llevaba el nombre de Bolaños, dejaba entrever que existen indicios suficientes para una revisión judicial.

Este movimiento fue interpretado por muchos como un intento de cortar la cuerda antes de que el escándalo alcance a más miembros del ejecutivo.

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Hasta hace pocos días, Begoña Gómez era una figura discreta pero bien protegida.

Desde el entorno de Moncloa, se había defendido su papel inspirador, su independencia y su aportación profesional.

Sin embargo, con el inicio de la investigación judicial, todo ha cambiado.

El silencio que hasta ahora la blindaba se ha roto.

La imagen de la primera dama como símbolo del liderazgo feminista ha comenzado a desmoronarse, y lo ha hecho desde su propio gobierno.

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La reacción en el Partido Socialista ha sido de mutismo absoluto.

Nadie ha salido a defenderla; ningún comunicado, ninguna declaración pública, como si Begoña Gómez hubiera desaparecido del mapa político.

Algunos periodistas cercanos al gobierno han intentado suavizar el golpe, diciendo que Bolaños solo intentó proteger al ejecutivo.

Sin embargo, el mensaje ha sido claro en el entorno de Sánchez: quien deja de sumar se convierte en una carga.

Este cambio de postura ha desatado inquietud dentro del propio Partido Socialista.

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Asesores, portavoces y cargos intermedios se mueven entre pasillos con nerviosismo.

Nadie sabe hasta dónde puede escalar el caso ni quién será el siguiente en caer si la investigación judicial avanza.

La traición, como lo han calificado algunos, no solo deja sola a Begoña Gómez, sino que también deja en evidencia una fractura profunda en el núcleo del poder.

La estrategia de Bolaños ha sido vista como un movimiento de supervivencia: alejarse antes de que estalle el escándalo, reservar su imagen y enviar un mensaje claro: él no se hundirá con el barco.

Esto, en la política del sanchismo, puede marcar el inicio del final.

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Porque cuando las lealtades se quiebran desde dentro, la caída ya ha comenzado.

Para muchos, Pedro Sánchez ya está acabado, y las elecciones generales se acercan a pasos agigantados.

La situación actual plantea interrogantes sobre la estabilidad del gobierno y la capacidad de Sánchez para mantener su posición.

El silencio del Partido Socialista es ensordecedor y refleja un clima de tensión y desconfianza.

La traición de Bolaños hacia Begoña Gómez es un síntoma de que las alianzas en la política no son eternas.

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La presión sobre el gobierno aumentará a medida que avance la investigación, y las repercusiones podrían ser devastadoras.

La imagen de Begoña como una figura fuerte y respetada ha sido socavada, y su futuro en el ámbito político es incierto.

La política es un juego de poderes y lealtades, y en este caso, parece que las lealtades han fallado.

Los ciudadanos están observando cómo se desarrollan estos acontecimientos, y muchos se preguntan si habrá consecuencias para Bolaños.

La política no solo se trata de decisiones, sino también de las relaciones personales que se forman en el camino.

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La traición de Bolaños podría ser el catalizador que inicie un cambio significativo en el gobierno de Sánchez.

Las elecciones generales se acercan, y el tiempo de respuesta del gobierno será crucial para su futuro.

La historia de la política española está en juego, y es fundamental que se tomen decisiones acertadas que beneficien a la nación.

Mientras tanto, la figura de Begoña Gómez queda marcada por la traición, y su legado en la política podría quedar en entredicho.

La política es un campo en constante cambio, y aquellos que no pueden adaptarse a las nuevas realidades a menudo se quedan atrás.

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La traición de Bolaños es un recordatorio de que en el mundo político, las alianzas pueden desmoronarse en un instante.

El futuro de la política española depende de cómo se manejen estas crisis, y la lección es clara: la lealtad es un bien preciado que no se debe dar por sentado.

La situación actual es un llamado a la acción para todos los actores políticos en España, y es fundamental que se busque un enfoque colaborativo para abordar los desafíos que se avecinan.

La historia está observando, y el futuro de la política española está en juego.

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