El Descalabro de la Manifestación Feminista del 8M: ¿El Fin de una Era?

La manifestación feminista del 8 de marzo ha tenido un desarrollo inesperado este año, marcando un notable fracaso en comparación con las convocatorias de años anteriores.

Aunque aún no se han publicado cifras oficiales, las imágenes y los reportes de los medios reflejan calles con espacios vacíos y una asistencia que ha dejado mucho que desear.

En Madrid, a pesar de que los paraguas parecían indicar una mayor afluencia, la realidad es que la participación ha sido significativamente menor, lo que pone de relieve un desgaste evidente en el apoyo hacia el feminismo institucional.

Este descenso en la participación no es un hecho aislado.

Varios factores han contribuido a esta situación, siendo uno de los más destacados los recientes escándalos que han afectado a figuras prominentes de la izquierda, especialmente del partido Podemos y del Partido Socialista.

La credibilidad de estos partidos dentro del movimiento feminista ha sido erosionada por casos de abusos y denuncias que han salido a la luz, así como por la gestión deficiente de estas situaciones por parte de sus líderes.

Figuras como Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero y José Luis Ábalos han estado en el centro de la polémica, lo que ha llevado a muchos de sus seguidores a cuestionar su compromiso con la causa feminista.

La manifestación en Madrid, que tradicionalmente ha sido un punto focal de la lucha feminista en España, reunió a solo unas pocas miles de personas, una cifra que contrasta drásticamente con la multitudinaria asistencia de años anteriores.

La lluvia que cayó sobre la ciudad no fue suficiente para disuadir a los asistentes, pero el número de participantes fue notablemente inferior al esperado.

Este fenómeno ha sido interpretado como una señal de que el apoyo al feminismo institucional está en declive, un hecho que se ve acentuado por la falta de figuras clave que solían estar presentes en estas convocatorias.

La ausencia de personajes como Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez, quien optó por no asistir debido a su propio proceso judicial, ha sido un claro indicador de la crisis que atraviesa el movimiento.

Además, como ha ocurrido en los últimos años, las formaciones de izquierda marcharon por separado, lo que no solo evidencia las diferencias internas, sino que también refleja una fractura en el movimiento feminista que antes se mostraba unido.

El Partido Socialista, que ha sido históricamente uno de los principales apoyos del feminismo institucional, presentó la delegación más numerosa en la manifestación, con varios ministros presentes.

Sin embargo, la notable ausencia de figuras como María Jesús Montero y Fernando Grande-Marlaska ha suscitado interrogantes sobre el verdadero compromiso del partido con la causa.

Por otro lado, Podemos, encabezado por Irene Montero e Ione Belarra, también mostró una presencia significativa, aunque sin la participación de figuras relevantes como Ángela Rodríguez o Juan Carlos Monedero, lo que ha llevado a muchos a cuestionar su liderazgo dentro del movimiento.

Por su parte, el partido Sumar tuvo una representación mínima, sin la vicepresidenta Yolanda Díaz ni otros ministros del partido.

Esta escasa asistencia, junto con las fracturas internas, sugiere que el feminismo institucional está atravesando una crisis de identidad y de apoyo, lo que podría tener repercusiones a largo plazo en la movilización de la causa.

La situación actual del feminismo en España plantea preguntas inquietantes sobre su futuro.

¿Está el movimiento en riesgo de desmoronarse debido a la falta de unidad y a los escándalos que han afectado a sus líderes?

La percepción general es que lo que antes se consideraba un “chiringuito” de apoyo al feminismo ha llegado a su fin, dejando a muchos preguntándose si es posible reconstruir la confianza y el apoyo que alguna vez existió.

El descontento entre las bases del movimiento se ha hecho palpable, y muchos sienten que las promesas de cambio y progreso han sido traicionadas por la corrupción y la falta de transparencia de sus líderes.

Este sentimiento de traición ha llevado a una disminución en la participación en eventos que antes eran considerados esenciales para la lucha feminista.

A medida que el movimiento feminista busca redefinirse en un contexto cambiante, es crucial que los líderes tomen medidas para recuperar la confianza de sus seguidores.

Esto podría incluir una mayor rendición de cuentas, una gestión más efectiva de las denuncias de abuso y una reorientación hacia las necesidades y preocupaciones de las mujeres en la actualidad.

La lucha por la igualdad de género no puede depender de un solo partido o grupo; necesita ser un esfuerzo colectivo que involucre a todas las voces y experiencias.

En conclusión, la manifestación feminista del 8M de este año ha sido un reflejo de las tensiones y desafíos que enfrenta el movimiento en la actualidad.

La baja participación y las fracturas internas son señales de que el feminismo institucional necesita una reevaluación urgente de sus estrategias y objetivos.

Si no se abordan estas cuestiones, el movimiento podría enfrentar un futuro incierto, donde las luchas por la igualdad de género se vean comprometidas por la falta de unidad y compromiso entre sus líderes.

La historia del feminismo en España está lejos de haber terminado, pero es vital que se tomen medidas para asegurar que no se pierda el impulso que se ha construido a lo largo de los años.

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