Amigos, bienvenidos a este homenaje a Nino Bravo, una de las voces más emblemáticas de la música en español.

 

Su legado musical es un placer agridulce, ya que al deleitarnos con sus bellísimas canciones, también nos invade una profunda tristeza al recordar las trágicas circunstancias de su muerte.

 

Nacido el 28 de agosto de 1944 en la ciudad de Valencia, Nino Bravo fue conocido no solo por su increíble potencia vocal, sino también por su humildad y carácter introvertido.

 

A pesar de su corta vida, su impacto en la música es innegable, y su historia es un recordatorio de lo efímero que puede ser el éxito.

 

 

 

El 16 de abril de 1973, el mundo de la música perdió a Nino Bravo de manera inesperada.

 

En ese momento, él se encontraba en la cúspide de su carrera, disfrutando de un gran reconocimiento y éxito.

 

Tenía solo 28 años y un futuro brillante por delante.

 

La tragedia ocurrió cuando viajaba de Valencia a Madrid junto a su amigo y guitarrista, Josetxo Esas, y el dúo Sumo, formado por Fernando Romero y Miguel Seauris.

 

El motivo del viaje era asistir a una sesión de grabación para el primer álbum del dúo, así como cumplir con algunos compromisos menores con su discográfica, Polydor Fonograma.

 

 

 

Inicialmente, el grupo tenía planeado realizar el viaje en avión, pero por motivos de última hora decidieron hacerlo en el BMW blanco de Nino.

 

Este automóvil era utilizado frecuentemente por él para sus viajes de trabajo.

 

El conductor habitual, su cuñado Manu Martínez, tenía otros compromisos ese día, así que Nino tomó el volante.

 

Después de aproximadamente dos horas de viaje, el grupo se detuvo en Motilla del Palancar para descansar y desayunar.

 

Poco después de reanudar el camino, la tragedia se desató en Villarrubio, a pocos minutos de su destino.

 

Nino perdió el control del automóvil en una curva peligrosa, lo que resultó en un accidente devastador.

 

 

 

Cuando el vehículo se volcó, los ocupantes, llenos de cortes y moretones, lograron salir y ayudar a Nino, quien había sufrido las heridas más graves.

 

A pesar de que se quejaba y pedía ayuda, no estaba completamente consciente.

 

Inmediatamente, fueron auxiliados por personas que pasaban por el lugar y trasladados a un pequeño hospital en Tarancón.

 

Sin embargo, el hospital no contaba con el equipo necesario para salvar la vida de Nino.

 

A pesar de los esfuerzos por llevarlo a Madrid, falleció antes de llegar al hospital.

 

De los cuatro ocupantes del vehículo, solo Nino perdió la vida, lo que dejó a todos con un profundo sentido de culpa y dolor.

 

 

 

La curva donde ocurrió el accidente había sido testigo de varios incidentes previos, y aunque se hicieron modificaciones para mejorar la seguridad, el destino de Nino Bravo ya estaba sellado.

 

Su funeral atrajo a miles de personas que querían darle el último adiós.

 

Su esposa, Amparo, quien estaba embarazada en ese momento, lideró el cortejo fúnebre, a pesar de la preocupación de su familia por su salud.

 

Tras el funeral, Amparo tuvo que ser atendida en un centro médico, pero afortunadamente, su situación no pasó a mayores y meses después dio a luz a su segunda hija, Eba.

 

La primogénita, María Amparo, había nacido un año antes.

 

 

 

A pesar de la tragedia, el legado de Nino Bravo perdura.

 

Su viuda, Amparo Martínez, no volvió a casarse y ha mantenido vivo el recuerdo de su esposo, agradeciendo siempre el cariño del público.

 

Sus hijas, Eba y Amparo, participan en homenajes y gestionan los derechos relacionados con la obra del artista.

 

A casi 50 años de su fallecimiento, la poderosa voz de Nino Bravo sigue resonando en el corazón de sus seguidores y en la memoria colectiva de la música en español.

 

Su música continúa inspirando a nuevas generaciones y su figura se ha convertido en un símbolo de la riqueza cultural hispana.