Minutos después, la Guardia Civil

confirmó lo impensable. Diogo J.

estrella del Liverpool y de la selección

portuguesa de apenas 28 años y su

hermano Andrés Silva estaban muertos.

Pero, ¿qué ocurrió realmente en esa

curva mal iluminada? Porque un

futbolista recién operado, recién

casado, viajaba de noche en un

La Jornada Estado de México

superportivo alquilado y por qué días

antes otra persona casi muere en el

mismo tramo? Lo que comenzó como una

fatalidad en carretera. Pronto despertó

dudas, hipótesis técnicas y sospechas

inquietantes, porque cuando reventó el

neumático también estalló el silencio

que cubría las verdaderas causas de

En accidente de tránsito falleció futbolista portugués Diego Jota |  Elonce.com

aquella noche.

Nacido el 4 de diciembre de 1996

en Mazarelos, una freguesia de Oporto

Portugal, Diogo J fue mucho más que una

promesa cumplida del fútbol europeo. Con

tan solo 28 años había conquistado el

respeto de la Premier League jugando

para el Liverpool, donde combinaba

No iban rápido': testigos contradicen la versión oficial del accidente de Diogo  Jota

inteligencia táctica. velocidad letal y

una humildad poco común. Su estilo de

juego era explosivo, pero su carácter

fuera del campo era sereno, casi

introspectivo. Lejos de los focos, vivía

con discreción, rodeado de su familia,

su pareja y sus hijos. Para sus cercanos

VIDEO: Difunden Imágenes del Lugar del Accidente de Diogo Jota

era el hijo perfecto, el amigo leal, el

hermano protector. Y ese hermano, Andrés

Silva, 5 años menor, era su sombra

incondicional. Aunque no compartía el

estrellato de Diogo, André era parte

esencial de su vida. Compartían más que

sangre, compartían códigos, silencios,

viajes, decisiones. El 22 de junio de
Las causas detrás del accidente mortal de Diogo Jota y su hermano en Zamora

2025, Diogo se casó con Rute Cardoso, su

compañera desde la adolescencia. Fue una

ceremonia íntima marcada por la alegría

familiar, pero apenas una semana

después, el destino empezó a torcerse.

Diogo debía regresar a Inglaterra, pero

una cirugía pulmonar reciente lo

obligaba a evitar vuelos. Por eso

decidió cruzar España por carretera

acompañado de André rumbo a Santander,

donde tomaría un ferry hacia el Reino

Unido. Una decisión que parecía lógica y

que terminó siendo fatal. El Lamborghini

Huracán, que conducía a Diogo había sido

alquilado días antes en Barcelona. No

era su coche habitual, pero para un

trayecto largo por carretera quiso

transformar el viaje en una experiencia

especial junto a su hermano. Las

primeras imágenes del vehículo antes del

accidente lo muestran reluciente

aparcado junto a estaciones de servicio

en Tarragona y Zaragoza. Sonrisas,

paisajes, nada fuera de lo común. Hasta

esa madrugada, en las horas previas al

accidente, los hermanos pasaron por

Benavente, una localidad donde se

detuvieron a descansar. fue la última

vez que alguien los vio con vida. Poco

después retomaron la A52, una autopista

conocida por sus tramos rectos, pero

también por curvas traicioneras sin

demasiada señalización. A las 12:38 de

la madrugada, cerca de Cernadilla, todo

cambió. La hipótesis más sólida indica

que un neumático trasero reventó justo

cuando Diogo realizaba una maniobra de

adelantamiento. El coche perdió est

habilidad, se salió de la vía, chocó

contra un talud y se volcó. Lo más

aterrador, el Lamborghini se incendió en

cuestión de segundos. La Guardia Civil

llegó minutos después, pero ya era

tarde. Ambos cuerpos fueron encontrados

calcinados. No hubo tiempo de auxilio,

no hubo margen de error. La noticia

sacudió al mundo del deporte, pero

detrás de los titulares y homenajes

comenzaron a surgir preguntas, ¿por qué

iban tan rápido? ¿El coche tenía fallos?

¿Y por qué otra persona había sufrido un

accidente similar en ese mismo lugar

solo 8 días antes, 22 de junio de 2025?

Diogo J. se casa con Rute Cardoso en una

ceremonia íntima en Oporto. Son días de

celebración, de familia, de desconexión.

La boda representa un nuevo capítulo en

su vida personal mientras se recupera de

una cirugía pulmonar menor realizada

semanas antes. Por recomendación médica,

debe evitar volar durante un tiempo. Su

regreso al Reino Unido previsto para

finales de mes será por tierra y mar. 2

de julio. Diogo y André parten desde

Portugal en dirección a Santander, donde

embarcarían en un ferry rumbo a

Inglaterra para presentarse al

Liverpool. Para hacerlo más cómodo,

alquilan un Lamborghini Huracán en

Barcelona. Aunque extravagante, no es

raro que celebridades alquilen vehículos

de lujo. Pasan por Zaragoza y Benavente

documentando su trayecto en privado.

Nada llama la atención, ningún

comportamiento errático. Todo parece en

orden. El 3 de julio a las 12:20 de la

madrugada. Testimonios indican que el

Lamborghini fue visto por última vez en

una gasolinera cerca de Benavente. Los

hermanos lucían relajados, luego

retomaron la A52, una autopista que

conecta a Galicia con Castilla y León. A

esas horas, el tráfico era casi nulo.

Diogo iba al volante. Se aproximaban a

una zona de curvas suaves, pero de

visibilidad limitada, cerca de

Cernadilla, a las 12:38 de la madrugada.

En plena maniobra de adelantamiento, el

neumático trasero derecho revienta. A

más de 150 km/h, el coche pierde

adherencia, se sale de la calzada,

impacta contra un desnivel de tierra y

se vuelca violentamente. En cuestión de

segundos, el motor explota y el vehículo

arde. La fuerza del impacto destruye el

chasis. Nadie más se ve implicado. No

hay señales de frenada. El fuego impide

cualquier intento de rescate. A las

12:45 de la madrugada, un conductor que

circulaba en sentido contrario divisa el

fuego a lo lejos, llama al 112. Los

primeros en llegar son agentes de la

Guardia Civil de Tráfico de Zamora,

seguidos por bomberos y equipos

sanitarios. El coche ya está

completamente envuelto en llamas. A

pesar del despliegue, no hay nada que

hacer. El fuego es apagado, pero los

cuerpos encontrados dentro están

irreconocibles. Solo más tarde serán

identificados por documentos y análisis

forenses. A las 3 de la madrugada, la

noticia llega a la prensa portuguesa. A

primera hora, medios como RTP y Correo

de Amañá informan de un grave accidente

con un coche de lujo, pero es recién al

amanecer cuando se confirma lo que nadie

quería creer. Diogo J y su hermano han

muerto. 3 de julio, mediodía. La

reacción del mundo del fútbol es

inmediata. El Liverpool emite un

comunicado oficial lamentando la pérdida

de su jugador estrella. El presidente de

Portugal decreta 2 días de luto oficial.

Jugadores, entrenadores y aficionados de

todo el mundo inundan las redes con

mensajes de dolor y homenajes. 4 de

julio. La Guardia Civil emite un parte

preliminar. No hay indicios de

participación de terceros. La hipótesis

principal, reventón del neumático

trasero combinado con exceso de

velocidad. informan que el vehículo

circulaba muy por encima del límite de

120 km/h. La carretera no estaba

catalogada como zona negra, pero sí con

historial de siniestros aislados. 5 de

julio, los cuerpos son trasladados a

Oporto. Se realiza un funeral conjunto

en Gondomar, donde miles de personas,

entre ellas compañeros de equipo y

autoridades portuguesas, se congregan en

un silencio que duele más que las

palabras. Ese mismo día comienza a

gestarse una segunda narrativa. Un

periodista local revela que 8 días antes

una mujer casi muere en el mismo tramo

de la A52 en circunstancias similares y

eso encendió nuevas alarmas. ¿Fue solo

un accidente o hay algo más detrás? La

primera versión oficial fue clara. El

accidente de Diogo J y su hermano fue

provocado por un reventón del neumático

trasero derecho ocurrido en una maniobra

de adelantamiento a alta velocidad. La

Guardia Civil descartó la intervención

de otros vehículos y no halló señales de

evasión o frenado. Sin embargo, a medida

que avanzaban los días, comenzaron a

emerger detalles que encendieron

interrogantes en medios y especialistas.

Uno de los primeros puntos polémicos fue

el estado de la autopista A52, en

particular en el tramo donde ocurrió el

siniestro. Aunque no figuraba en los

listados oficiales como Punto Negro,

expertos en seguridad vial revelaron que

esa curva había sido escenario de al

menos tres accidentes en los últimos 6

meses. Lo más perturbador, apenas 8 días

antes, una mujer de 67 años sufrió un

siniestro casi idéntico en el mismo

lugar. Su coche también reventó una

rueda al tomar la curva y terminó

volcado a pocos metros del punto donde J

perdería la vida. Milagrosamente, ella

sobrevivió. Este dato fue ocultado en

los primeros comunicados. Cuando se hizo

público, la prensa comenzó a presionar a

las autoridades porque no se había

revisado el pavimento tras ese

incidente, ¿existía una falla

estructural en la calzada, un bache

invisible, una deformación o incluso

residuos acumulados? Además, se

cuestionó la velocidad real del

Lamborghini. Si bien se informó que

circulaba muy por encima del límite

legal, no se ofreció un dato exacto. Una

filtración interna del informe pericial

sugiere que el coche iba a más de 170

km/h, lo cual, unido a una llanta

posiblemente desgastada por el trayecto,

creaba un cóctel mortal. El reventón fue

real, pero para muchos fue solo la

chispa que encendió una tragedia que

pudo haberse evitado. Mientras la

Guardia Civil profundizaba en el

peritaje técnico, un detalle mecánico

comenzó a llamar la atención, el estado

del neumático trasero derecho. Fuentes

cercanas a la investigación revelaron

que la rueda pudo haber presentado

signos de fatiga térmica, lo que

indicaría sobrecalentamiento por alta

velocidad sostenida o presión

inadecuada. No era una llanta vieja,

pero sí usada intensamente en un coche

que había sido conducido por centenares

de kilómetros en apenas 2 días, bajo

temperaturas superiores a los 35º.

Además, surgieron preguntas sobre el

mantenimiento del Lamborghini. Estaba el

coche en condiciones óptimas cuando fue

alquilado en Barcelona. La empresa

responsable revisó los neumáticos antes

de entregarlo. La firma de alquiler se

negó a declarar públicamente, pero

filtraciones en redes indicaron que ese

mismo vehículo había sido utilizado días

antes en un evento corporativo de

conducción de alto rendimiento. Eso

encendió las alarmas. Era un coche

exprimido que debió haber estado en

revisión técnica y no en circulación.

Otro ángulo inquietante fue la falta de

señalización adecuada en la zona del

accidente. Un ingeniero de caminos

entrevistado por la prensa local señaló

que la curva tiene un peralte mínimo y

carece de bandas sonoras o paneles

reflectantes. Elementos que podrían

haber alertado al conductor de la

peligrosidad del tramo. Afirmó también

que no había medidores de velocidad

activos ni cámaras de control, lo que

dificultó precisar con exactitud la

dinámica del siniestro. Lo más grave,

según este experto, es que la carretera

lleva más de una década sin intervención

estructural en esa sección. Pese a

solicitudes de alcaldes locales, ninguna

autoridad había actuado, ni siquiera

tras el accidente de la mujer días

antes. El mismo punto, dos accidentes

casi idénticos en menos de 10 días y una

institución pública que prefirió el

silencio, negligencia, descuido o

simplemente fatalidad. A medida que

avanzaban los días, el caso comenzó a

adquirir un tono incómodo para las

autoridades. El público no entendía cómo

un deportista de élite, en plenitud

física, acompañado por su hermano, podía

haber muerto en una carretera sin que se

activaran protocolos de emergencia o

barreras de contención. La ausencia de

grabaciones, testigos o señales de

alerta solo alimentó la sensación de que

algo no cuadraba. La Guardia Civil en su

informe preliminar reafirmó que el coche

circulaba a alta velocidad, pero evitó

atribuir responsabilidades más allá del

conductor. Para muchos, esta afirmación

cerraba la investigación de manera

apresurada, pero otros elementos

comenzaron a flotar en la superficie.

¿Por qué no se había emitido ninguna

alerta vial tras el accidente anterior

en el mismo tramo? ¿Y por qué no se

investigó más a fondo si el coche tenía

fallos previos? Familiares de Diogo

mantuvieron un silencio respetuoso, pero

cercanos al entorno del jugador

insinuaron que él había expresado

preocupación por viajar de noche.

También se filtró que había dormido mal

los días anteriores por molestias

derivadas de su reciente cirugía. Pudo

haber fatiga al volante, el dolor físico

afectó su capacidad de reacción. Por

otro lado, la empresa de alquiler del

Lamborghini fue objeto de escrutinio en

foros especializados. Algunos usuarios

denunciaron que ciertos vehículos de su

flota eran alquilados sin una revisión

exhaustiva tras su uso en circuitos.

Aunque no se ha confirmado de forma

oficial, esa información abrió un nuevo

frente de sospecha. Y si el coche estaba

comprometido desde el primer momento,

las contradicciones no acaban ahí.

Expertos en reconstrucción de accidentes

cuestionaron la falta de datos concretos

en el informe pericial. No se indicó

velocidad exacta, presión de neumáticos,

ni se entregaron imágenes del lugar

inmediatamente después del siniestro. La

verdad puede estar en los detalles que

aún no se han hecho públicos y quizás

por eso el caso de Diogo J. Sue rodeado

de una niebla tan densa como la noche en

que ocurrió su muerte. La muerte de

Diogo J.

deporte. No fue solo la pérdida de un

jugador, fue la desaparición de un

símbolo, un hombre que representaba

disciplina silenciosa, humildad en el

éxito y amor absoluto por los suyos. Y

esa herida abierta en la madrugada de

una carretera española todavía duele.

Diogo no viajaba solo. Iba acompañado

por su hermano menor, su amigo de

infancia, su confidente. Juntos

construyeron un vínculo que ni la fama,

ni los contratos millonarios, ni la

distancia emocional que suele separar a

los grandes atletas de su entorno pudo

romper. Esa noche el destino no se llevó

solo a un futbolista, se llevó una

historia familiar. El Liverpool FC, club

que lo vio consagrarse, no tardó en

anunciar que honrará los 2 años

restantes de su contrato, estimados en

más de 12 millones de euros que serán

entregados íntegramente a su familia.

Además, el club confirmó un homenaje sin

precedentes. La camiseta número 20 que

Diogo vistió durante toda su etapa en

Anfield será retirada de forma

definitiva. Nunca más un jugador del

primer equipo la volverá a usar. Diogo

deja una herencia estimada en casi

30,000ones de euros, fruto de una

carrera profesional ejemplar, contratos

publicitarios y transferencias

históricas desde el Wolverhampton y el

FC Porto. Pero más allá del dinero, deja

un legado mucho más valioso, el amor

incondicional de sus seres queridos y el

respeto de millones de hinchas. En casa

deja un vacío imposible de llenar. Su

esposa Rute Cardoso, con quien compartía

la vida desde la adolescencia, hoy

enfrenta la mayor prueba de todas. criar

sola a sus tres hijos pequeños,

incluyendo al recién nacido. Las

imágenes de la familia en los funerales,

tomadas desde la distancia por respeto,

muestran el dolor crudo y silencioso de

una tragedia que no entiende de fama ni

fortuna. Las autoridades aún prometen

una investigación final, pero el tiempo

pasa y con él se diluyen las

explicaciones técnicas, los peritajes,

los comunicados. Lo único que queda es

el hecho brutal. Diogo J está muerto y

el mundo parece un poco más gris sin él.

En medio de homenajes, flores y

camisetas dejadas en la puerta de

Melwood, una frase se repite en los

muros digitales de Liverpool: “Gone too

soon, but never forgotten.” Porque hay

muertes que cierran ciclos y hay otras

como esta, que abren heridas que no

sanan. M.