💥 “¡Mentía descaradamente!”: Silvia Intxaurrondo y el escándalo que podría hundir a Ayuso

Silvia Intxaurrondo no necesitó alzar la voz para hacer temblar los cimientos del relato oficial de Isabel Díaz Ayuso.

En su intervención en “La Hora de La 1”, la periodista desmenuzó punto por punto el escándalo fiscal que rodea a Alberto González Amador, pareja sentimental de la presidenta madrileña.

Lo hizo con serenidad, datos en mano, y dejando claro que lo que está en juego no es solo una cuestión judicial, sino el mínimo ético que debería exigirse a cualquier responsable público.

Todo parte de un acuerdo judicial en el que el novio de Ayuso ha reconocido dos delitos de fraude fiscal.

No es una filtración, no es una sospecha: es una confesión escrita y documentada.

Además, se encuentra en curso una investigación por falsificación documental y hay cinco posibles delitos más que el PSOE y Más Madrid han pedido formalmente que se investiguen.

Es decir, estamos hablando de un abanico de hasta ocho delitos que podrían estar sobre la mesa.

Pero mientras esto sucede, Ayuso, lejos de dar explicaciones, ha optado por desaparecer: está en Alemania, fuera del foco, en un intento evidente de desmarcarse del escándalo.

Intxaurrondo fue directa al punto que muchos esquivan: la presidenta madrileña no solo mintió públicamente al negar la existencia de estos delitos, sino que utilizó recursos públicos para proteger a su pareja.

Su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, amenazó a medios de comunicación como eldiario.

es, prometiendo “triturarlos” si seguían informando del caso.

Alfonso Serrano, número dos de Ayuso, llegó a reunirse con González Amador para gestionar la crisis.

Todo esto mientras la Comunidad de Madrid, en bloque, salía en defensa del novio de su presidenta.

No es una opinión: es una cronología confirmada de hechos.

Más aún, las investigaciones apuntan a que la relación entre González Amador y la empresa Quirón Salud podría haber generado beneficios económicos personales justo en los años en los que su pareja, Ayuso, gobernaba y aumentaba la financiación pública a

dicha empresa.

La compra de una compañía valorada en poco más de 3.000 euros por 500.

000 euros a la mujer de un directivo de Quirón levanta todas las alarmas, no solo judiciales, sino morales.

Y lo peor: todo esto sucedía mientras el país sufría la pandemia y se repartían millones en contratos de emergencia.

Es decir, comisiones millonarias en mascarillas, defraudación fiscal y operaciones sospechosas con empresas vinculadas a la sanidad pública.

Mientras tanto, ciertos tertulianos y defensores de Ayuso intentan desviar la atención.

Que si el abogado del novio pide rectificaciones a El País, que si hay mala fe procesal por parte del PSOE, que si se intenta “politizar” el asunto.

Pero como bien remarcó Silvia y otros periodistas en plató, la cuestión central sigue intacta: el novio de Ayuso ha confesado delitos, y lo ha hecho dejándola a ella como una mentirosa descarada que negó lo que ahora se demuestra cierto.

Ya no es una batalla ideológica.

Ya no es una guerra de versiones.

Es una realidad judicial.

Y es que resulta insultante que, después de negar todo frente a los medios y atacar a los a, ahora se quiera minimizar el hecho de que se han defraudado 350.

000 euros al fisco.

No se trata de una pequeña irregularidad contable.

Para llegar a defraudar esa cantidad, antes hay que haber ingresado millones, como efectivamente hizo González Amador gracias a las comisiones de mascarillas.

Y sí, eso ya es lo suficientemente escandaloso, aunque haya más por investigar.

Lo que está claro es que el silencio ya no es sostenible.

Intxaurrondo lo ha dejado meridianamente claro: cuando tu pareja está siendo investigada por delitos que involucran dinero público, cuando usas la maquinaria del gobierno para protegerlo y cuando mientes públicamente para ocultarlo… ya no se trata solo de tu

vida privada.

Es una cuestión de responsabilidad institucional.

Y Ayuso no la ha ejercido.

Este escándalo, por tanto, no solo amenaza con tumbar a un empresario que hizo su fortuna durante la peor crisis sanitaria de las últimas décadas.

También pone contra las cuerdas a una presidenta que ha construido su imagen sobre el enfrentamiento y la superioridad moral.

Y que ahora, por boca de su propio novio, queda retratada como lo que muchos sospechaban: una líder dispuesta a mentir a toda España para encubrir un delito.

Mientras los abogados de González Amador patalean y piden rectificaciones, los hechos siguen hablando.

Y mientras Ayuso guarda silencio desde Alemania, la opinión pública empieza a sacar conclusiones.

Porque como bien dijo Silvia Intxaurrondo, ya era hora de dejar de mirar al dedo… y mirar, de una vez por todas, a la luna.