El hijo de Isabel Pantoja ha iniciado la mudanza y las imágenes muestran a un hombre abatido por las circunstancias.

Se desconoce dónde está viviendo actualmente, aunque parece que su intención es buscar casa definitiva en Triana.

Si bien Kiko Rivera se esforzó por aclarar en un principio que su separación de Irene Rosales era poco menos que «un campo de oportunidades» para comenzar una nueva vida, lo cierto es que parece que la procesión va por dentro y ahora las tertulias advierten que el hijo de Isabel Pantoja no está bien, que se le ve «delgado, nervioso, triste y decaído». Lo que viene a ser las secuelas de una ruptura.

En este juego de los divorcios, varias cuestiones aparecen en el aire. La primera en resolverse es la legendaria del «quién dejó a quién».

Y parece que ya no hay dudas al respecto: fue Irene Rosales. Sobre aquello del «por qué», también hay consenso: estaba cansada de tantas ausencias y desatenciones. Y ahora faltan por anticiparse a las cosas que van a pasar.

Por lo pronto, no ha tardado en asegurarse que Irene Rosales ya tiene «una nueva ilusión», un eufemismo que viene a decir que hay un hombre en hombre en su vida (que no es Kiko Rivera). Así lo apuntó la colaboradora Almudena del Pozo en el programa ‘Fiesta’, donde precisó que la modelo está «ilusionadísima». Tal cual.

La mudanza de Kiko Rivera

¿Y qué pasa mientras tanto con Kiko Rivera? Pues que es la viva imagen de un hombre abatido. Está de mudanza, con idas y venidas a lo que una vez fue su hogar, el que compartió con su mujer y sus dos hijas.

Y eso duele. Ha abandonado ya la casa en la que estuvieron juntos durante 11 años, el lugar donde han criado a sus dos hijas, Ana y Carlota.

Las imágenes que han circulado no dejan lugar a la duda. Una separación no se formaliza hasta que alguien se lleva la primera caja de la casa.

Las imágenes han salido a la luz en ‘TardeAR’ y ahí se ve a un Kiko Rivera apenas disimulado bajo una gorra y cargando con las últimas cajas de lo que ya es su antigua casa.

Lo ha hecho a plena luz del día y acompañado por una furgoneta de mudanzas. «Está nervioso y decaído», han asegurado en el programa.

Ocurrió el domingo por la tarde. Fue entonces cuando Kiko Rivera regresó a su vivienda de Castilleja de la Cuesta, donde siguen residiendo Irene Rosales y sus dos hijas. «Llegó solo, contrató varias furgonetas de alquiler y, aunque contaba con ayuda, al final se marchó en su propio coche», contó un vecino de la zona, que esta gente suele estar en todo. Permaneció apenas hora y media en la casa, según aclaró ‘TardeAR’.

Los tertulianos se alarmaron ante su «evidente pérdida de peso», además de mostrar «un aspecto desmejorado».

Y agregaron: «Su actitud también evidencia el mal momento que está atravesando». Ese difícil momento del adiós definitivo a su residencia familiar.

¿Un acercamiento a Isabel Pantoja?

De momento, se desconoce dónde se está alojando el hijo de Isabel Pantoja tras su separación, aunque algunas informaciones contaron que transitoriamente duerme en la casa de sus representantes a la espera de encontrar acomodo en un domicilio más o menos definitivo. Se habla del popular barrio de Triana.

Lo que es curioso es que en medio de este doloroso momento que es el de la separación, ahora ha salido a la luz el nombre de Isabel Pantoja, con quien Kiko Rivera no se habla desde hace años.

Algunos defienden que durante estos momentos de soledad, su hijo podría querer regresar a ella. Sería histórico, desde luego.

Si en un principio se afirmó que Isabel Pantoja tenía en estima a Irene Rosales porque había ayudado a su hijo en momentos complicados, ahora la periodista Leticia Requejo ha desvelado en ‘TardeAR’ que la tonadillera nunca vio con buenos ojos a la modelo, a quien se refería como «una loba con piel de cordero», siempre según versión de la colaboradora. Isabel Pantoja la consideraría como una de las responsables del distanciamiento con su hijo. Esto va a dar para mucho.