La benjamina del clan ha desarrollado una trayectoria académica impecable al margen del foco mediático.

Aldara Falcó de la Cierva (27 años), la hija menor del fallecido marqués de Griñón, Carlos Falcó, ha dado un paso que la aleja aún más del foco mediático que siempre ha rodeado a su familia: comenzará en otoño un máster en Políticas Públicas en la prestigiosa Harvard Kennedy School, en Estados Unidos.

Discreta y reservada, Aldara representa la cara menos conocida del linaje Falcó, y lo hace desde una trayectoria académica y profesional que la ha llevado por distintos rincones del mundo, siempre guiada por la vocación educativa y el compromiso social.

Nacida en 1997, fruto del tercer matrimonio de Carlos Falcó con Fátima de la Cierva, marquesa de Poza, Aldara ha preferido mantener una vida alejada de las portadas que sí han acompañado a otros miembros de su familia, como su mediática hermana Tamara Falcó, la única hija del marqués con Isabel Preysler.

Mientras Tamara ha hecho de la televisión y la moda su terreno, Aldara ha construido su camino en las aulas, en las aulas de otros y en las suyas propias.

Tal y como ha adelantado la revista ‘¡Hola!’, Aldara se prepara para mudarse a Massachusetts, donde comenzará sus estudios de posgrado en una de las universidades más exigentes del mundo.

Según publicó ella misma en su perfil de LinkedIn, este paso representa un sueño de infancia hecho realidad: «Aún recuerdo la sudadera que me compré con 11 años en Boston. Lucía orgullosa el logo de ‘Harvard University’ sin saber que, años después, cumpliría ese sueño».

A diferencia de sus hermanos, Aldara ha construido su perfil profesional lejos de los focos. Cursó sus estudios primarios y secundarios en distintos centros educativos europeos: desde el colegio Virgen de la Encina en Madrid hasta la École des Roches en Francia y All Hallows School en Inglaterra. También completó parte de su formación en Austria, en la School of Vienna.

Su brillante expediente académico le valió una mención honorífica por parte de la Comunidad de Madrid y más tarde se licenció en Matemáticas y Filosofía por la Universidad de Viena, donde se graduó con honores.

A ello se suman estancias en Francia y España a través del programa Erasmus.

Tras completar un máster de Formación del Profesorado en la UNED, se volcó en la enseñanza.

Dio clases de matemáticas en el Centro de Formación Padre Piquer, en Madrid, y poco después, amplió su campo de acción en América Latina.

En los últimos meses ha residido en Río de Janeiro, donde ha trabajado como asesora didáctica en escuelas públicas brasileñas.

Allí ha colaborado directamente con docentes para mejorar la eficacia de los programas educativos.

Además, ha estado vinculada a la red global Teach for All, que promueve el acceso a una educación de calidad para todos los niños del mundo.

Políglota, habla siete idiomas: español, catalán, inglés, francés, alemán, italiano y portugués, Aldara ha convertido su vocación educativa en una forma de activismo. «Ha sido un proceso duro, lleno de dudas. Gracias a que muchas personas confiaron en mí, me animé a aplicar. Cuando me aceptaron, no me lo creía. El síndrome de impostora me carcomía», escribió en LinkedIn, donde también celebraba haber conseguido la visa para estudiar en Estados Unidos.

Otra forma de brillar

Pese a provenir de una de las familias más conocidas del panorama social, Aldara ha dejado claro, una y otra vez, que no está interesada en el escaparate público.

Cuando cumplió 18 años, rechazó participar en el Baile de Debutantes de París, un evento exclusivo al que fue invitada y que otras jóvenes aristócratas han utilizado como carta de presentación social.

Fue entonces cuando amistades cercanas, citadas por ‘Vanitatis’, señalaron: «Le han ofrecido ser la protagonista de reportajes, como hace su hermana Tamara, y por ahora siempre ha dicho que no.

Es más como su madre». Y ese camino, alejado de los focos y centrado en la educación y la justicia social, ha sido su elección constante.

Su padre, Carlos Falcó, no ocultaba el orgullo que sentía por ella. En una entrevista en vida, dijo de su hija menor: «Es superlista, práctica… Dice que quiere ser Nobel de Química». Aunque hoy Aldara ha tomado un rumbo diferente, su capacidad intelectual y su perseverancia le han abierto la puerta a una de las universidades más exigentes del planeta.